El futuro gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil podría producir en Argentina no pocos efectos económicos. Son siete las grandes reformas económicas que propuso y que pueden modificar las condiciones del vínculo.
La contracción del déficit público, reducción de impuestos, restricción de cotizaciones sociales para achicar el costo laboral y flexibilización de regulaciones económicas podrían, a mediano plazo, impulsar la inversión y mejorar la productividad lo que, en principio, impactaría bien en Argentina.
Un trabajo del especialista en comercio exterior Marcelo Elizondo apunta que Bolsonaro y su ministro Paulo Guedes esperan flexibilizar el Mercosur en busca de que sus miembros puedan celebrar autónomamente acuerdos comerciales o de inversión con terceros países y sin necesidad de hacerlo en bloque. Su propósito es acordar con grandes economías, lo que parece lógico dado que Brasil es la novena mayor economía mundial, es cada año uno de los 10 principales receptores de inversión extranjera directa (IED) del planeta, y es sede de 35 de las 100 principales multinacionales latinoamericanas (multilatinas).
“Dado que el Mercosur supone libre comercio entre sus socios pero cuenta con un elevado arancel externo común, los exportadores argentinos a Brasil (unas 3000 empresas -muchas pymes industriales-) mantendrían su beneficio de ingreso sin pago de arancel a ese mercado, pero (si los objetivos se concretan) perderían la exclusividad de ingreso con esa preferencia arancelaria y se someterían a una competencia con empresas de terceros países que hoy deben pasar por el arancel externo. Ello exigiría mayor competitividad a las empresas argentinas”.
En este contexto, el Mercosur perdería centralidad para Brasil, aunque debe decirse que el comercio intrabloque ya ha caído 30% desde su pico de 2011.
La última reforma propuesta, consistente en una modificación del régimen previsional en un sistema de capitalización, completa un giro que -si lograra aplicarse eficazmente- podría generar una mejora en el marco de referencia de la actividad económica en Brasil.
“Las relaciones bilaterales podrían basarse en un Mercosur menos rígido y cerrado que además Argentina podría usar para lograr nuevas alianzas internacionales propias con autonomía; en un Brasil más internacionalizado; y en una asociación redefinida para sustentar relaciones económicas apoyadas en atributos competitivos más que en garantías políticas”, analiza Elizondo.
Plantea que la relación comercial bilateral entre Argentina y Brasil supo ser mucho más fructífera: Argentina tuvo relevantes exportaciones a Brasil, muy superiores a las actuales, en 2011 y 2013. Y las importaciones desde Brasil fueron en 2017 mayores que en los últimos años (las más altas desde 2013).
Para explicar el hecho de que antes de 2017 hubo años de exportaciones muy superiores y de comercio en general de mucha mayor dimensión, debe considerarse que mejores precios justificaban parte de ese mayor monto, pero también más volúmenes.
Una recuperación de la economía de Brasil (que ha venido padeciendo en los últimos tres años malos resultados económicos, por diversos motivos, uno de los cuales es la crisis política, aunque hay otros como la incidencia de los casos de corrupción en la economía, los procesos de ajustes internos y dificultades macroeconómicas locales) sería muy incidente en la economía argentina en general y en el comercio exterior de nuestro país en particular.
Si se calcula que las exportaciones a Brasil habrían llegado en 2018 a U$S 11.100 millones, el 18% del total, se mejoraron los niveles alcanzados en los tres años anteriores pero aún se está lejos de los que representaban antes de 2015. Las importaciones sumarían US$ 16.000 millones, 24% del total importado por Argentina.