Nada programático, en el Senado el voto será pragmático

Por Javier Boher
javiboher@gmail.com

En la previa del debate por la legalización del aborto, la euforia de los de verde parece diluirse a medida que los senadores van revelando de qué manera piensan votar una vez en el recinto. Con una diferencia que parece difícil de revertir, la Cámara Alta (en la que reinan los censores y predominan los acuerdos generacionales) se apresta a rechazarlo.
Los dedos acusadores apuntan en todas direcciones, ya que son múltiples partidos que demuestran posiciones muy diferentes entre unos y otros (e incluso hacia adentro de cada fuerza). Llamativamente, muchos de pañuelo verde quieren caerle con el peso de la responsabilidad del posible rechazo al presidente que habilitó el debate, mientras que algún lilito de pañuelo celeste anticipó que hará responsable a Macri si algún senador provida cambia su postura en la votación.
Es siguiendo esa tónica de imputación de culpas que emerge el rol del radicalismo, una fuerza extraña para los que lo miran de afuera. Es un gran recluta de cuadros juveniles con su brazo universitario (mayoritariamente a favor de la LIVE), pero la cara que le gusta exhibir ante la sociedad es la de un partido viejo, conducido por y para hombres grandes (mayoritariamente en contra del proyecto).
Las negociaciones previas han dejado expuestos a los integrantes del bloque radical por sobre los de otras fuerzas. No es que sea el bloque que más votos aporta al rechazo a la ley de interrupción voluntaria del embarazo, pero es uno que en diputados exhibió un reparto más parejo de voluntades (con un 60-40 a favor del proyecto frente al 25-75 actual).
Lo que muchos pasan por alto es que los diputados radicales de la región pampeana votaron mayoritariamente a favor. Con la excepción de dos de los cinco cordobeses y uno de los tres entrerrianos, todos votaron a favor del proyecto. La totalidad de los diputados radicales de Buenos Aires, CABA y Santa Fe acompañó el proyecto, mientras que el rechazo predominó en los enviados de las zonas montañosas y el NOA.
La procedencia de los legisladores (y la coyuntura política de sus lugares de origen) puede explicar considerablemente mejor la postura a la hora del voto. La cuestión partidaria es engañosa cuando se trata de temas transversales como el que convocará hoy al debate. Achacarle el rechazo a un bloque es cargar demasiada responsabilidad en una única dimensión.
La lectura según la cual el noroeste argentino sería un reducto de conservadores reaccionarios, aunque pueda contener algo de realidad, tampoco alcanza a explicar todo el fenómeno pero complementa adecuadamente los otros enfoques.
La marginación habitual a la que se ha condenado a las provincias del norte (de elevados índices de pobreza e importante caudal electoral) hoy se hace notar cuando hay que recoger adhesiones al proyecto de IVE. Si esta cuestión ha dividido casi a la mitad a la población, ¿no le subiría el precio a los candidatos presidenciales del NOA para el año que viene?.
La cantidad de votos que se pueden cosechar en esa región explica que los senadores de la minoría prefieran no cuestionar la opinión mayoritaria, incluso defendiendo la misma postura y con los mismos argumentos que las eternas élites gobernantes que les bloquean la participación y sostienen la pobreza y la desigualdad.
Es un error atribuir la responsabilidad del posible rechazo al radicalismo o a cualquier otro bloque, así como también está mal considerar al interior profundo como la reserva moral de la patria. Que la postura de un partido o de una región reafirme o cuestione las convicciones personales no les otorga ningún halo de superioridad ni la convierte automáticamente en verdaderas.
En última instancia, sólo nos deja tranquilos respecto a nuestra posición personal. Sería nada más que el funcionamiento lógico y normal de una democracia que lentamente va encontrando su rumbo.