Por Gabriel Osman
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El Decanato de la Facultad de Derecho tiene su sede administrativa en el corazón de la Manzana Jesuita, declarada por la Unesco patrimonio de la Humanidad hace ya 20 años, a instancia, entre otros, del actual rector Hugo Juri, en su primer paso por el principal despacho de la UNC, a fines de los años ’90.
Pero esta no es la única “prerrogativa” ni la más gravosa que tiene Pedro Yanzi Ferreira, hoy decano y vicerrector. Desde hace 21 años, cuando llegó por primera vez al Decanato, se han desactivados los llamados a concursos en esta unidad académica, de manera que la mayoría de los cargos docentes o está vencido o directamente no se ha llamado a concurso.
Con seguridad, más de la mitad de los cargos está en esta situación. Pero en el debate televisado que se hizo en vísperas de las elecciones del jueves pasado, se manejaron números más alarmantes aún. Gustavo Vallespino, rival de Guillermo Barrera Buteler en la contienda se atrevió a hablar del 68% de los cargos y puso como ejemplo su misma cátedra, Civil II (Obligaciones). “La última vez que se concursó mi cargo fue en 1994, luego llegó Yanzi Ferreira y nunca más se hizo llamado alguno”, sentenció.
El llamado o no a concurso para un cargo docente puede ser manejado como cerrojo para presentarse como candidato. Las exigencias para postularse al Decanato es ser titular o adjunto y haber llegado al cargo por concurso.
La limitación para desempeñarse en cargos unipersonales es un activo político que debe adjudicársele a Carolina Scotto; la sanción de un sistema alternativo a los concursos, el control de gestión, tiene las mismas huellas digitales y no figura, precisamente, entre los aciertos de la ex rectora. Son controles internos donde un tribunal examinador de la misma UNC o, incluso, de la misma Facultad, toma prueba de idoneidad y aprueba o no a quien posteriormente tendrá como examinador. Es una gambeta al sistema de concursos, piedra angular de la Reforma del 18, a la cual anualmente celebran y, para estar a tono con los delitos de moda, diariamente la someten a abusos deshonestos.
Aun con estas restricciones el yancismo ha logrado trasponer limitaciones: por inadvertencias de los asambleístas que corrigieron el Estatuto de la UNC, Yanzi Ferreira sigue teniendo aptitud electoral después de siete mandatos; el sucedáneo de los concursos, los controles de gestión, no se utilizan, como lo advirtió Vallespino en su momento.
El jueves pasado el yancismo logró retener el Decanato para su grupo político. Es probablemente un triunfo agónico de este “club de amigos”. Algunos detalles son indicativos de que ahora sólo los docentes siguen siendo dóciles a los diktat del actual decano, donde obtuvo seis de las nueve bancas en disputas para el Consejo Directivo (dos por estamento), dos de los seis escaños de la bancada estudiantil, uno de graduados y el restante para llegar a los diez votos –el mínimo necesario- es del invariablemente oficialista no docente.