La crisis de los medios (militantes)

La polémica en los Martín Fierro volvió a mostrar que la grieta entre los periodistas militantes y los otros todavía se mantiene.

Por Javier Boher
javiboher@gmail.com

Tras la entrega de los premios Martín Fierro de radio se multiplicaron los relatos y los conflictos. Fuera de lo estrictamente periodístico -sobre lo cual es normal que haya discrepancias- la polémica más grande involucró a algunos periodistas de reconocida trayectoria.
Lo que opacó todo fue el episodio de violencia que se vivió en momentos en que Alfredo Leuco pronunciaba su discurso. Sus palabras eran motivadas por las que previamente había enunciado la locutora del programa de Reynaldo Sietecase, pretendiendo visibilizar la crisis del sector.
Por los insultos que recibía desde la asistencia, su hijo Diego salió en su defensa, generando un espectáculo grotesco. A raíz de esa situación se desvió la atención mediática de lo realmente importante.
Como lo que garantiza más rating es el morbo del insulto antisemita y la posibilidad de una pelea a golpes, la crisis del sector quedó postergada.
Pero es lo realmente importante.
Años atrás se generó una burbuja paraestatal de medios afines, camuflada bajo el ridículo pretexto de la “pluralidad de voces”. Si bien es cierto que el libre acceso a la información fortalece la democracia, pensar que el Estado debe darle voz a todos los sectores es tan exagerado como pretender que se legisle sólo para esos grupos minoritarios.
El vínculo que se estableció entre el gobierno anterior y ciertos empresarios (que desembarcaron en el mundo de los medios como retribución por ciertas facilidades obtenidas en otras áreas), favoreció un nuevo microclima de medios que creció al abrigo de la discriminatoria pauta oficial.
Desde ese lugar de confort subsdiado, muchos periodistas creyeron estar haciendo la revolución nacional y popular a través del espacio que tenían en sus poco consumidos medios. La autocomplacencia de estos empleados paraestatales los lleva a sentirse el sostén de la democracia republicana.
La crisis aquí es mayor si pensamos en que el número de empleados de medios era exageradamente elevado, engrosado artificialmente con fines propagandísticos. Si no hubiésemos vivido ese lapso proteccionista, se hubiese seguido el mismo camino que a nivel mundial están recorriendo los distintos medios, disputando una lucha desigual con la libre información disponible en internet.
No se puede pretender hacer responsables a los empleados por las decisiones de los empleadores. Pero tampoco hay que verlos como víctimas inocentes cuando desde aquel aparato mediático se prestaron a la difamación de colegas que, a diferencia de ellos, se jugaban su sueldo en medios que no recibían su cuota por hacer “periodismo militante”.
Porque por definición, el periodismo no milita. Para eso se necesitan certezas. Y el periodismo se construye sobre las dudas.