Por Javier Boher
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Paradójicamente, todos los que románticamente retomaron aquel exitoso suceso político español olvidan la triste historia de acuerdos nacionales en Argentina. La voluntad de refundación de una sociedad compleja como la nuestra es una constante entre los distintos gobiernos que se han visto fortalecidos por el apoyo popular (en las urnas o en la opinión pública).
Idealización del primer peronismo, intento frustrado del último, manotazo del alfonsinismo en retroceso, reclamo popular después de la crisis de 2001, siempre flotó en el aire la idea de que los argentinos podemos ponernos de acuerdo en políticas claras a largo plazo. Luego del triunfo cambiemita que sepultó las esperanzas kirchneristas de volver al gobierno en un plazo medianamente razonable, el presidente Macri vovlió a la carga.
Las necesidades políticas, educativas, tributarias o laborales exigen un alto nivel de compromiso de todos los actores involucrados si se pretende establecer acuerdos lógicos, realistas y perdurables. Los principales desafíos que señaló el presidente fueron los referidos a la pesada carga fiscal, a la falta de competitividad, al excesivo gasto público improductivo, a la ineficiencia del sistema educativo o la injusticia del sistema previsional.
El desafío para el presidente va a ser encarar y lograr todas las reformas propuestas, atento a que en su alocución criticó el rol de los sindicatos, el excesivo gasto público de la justicia y del poder legislativo. Si bien se debe destacar lo arriesgado de su jugada, no hay que perder de vista que lo suyo es una apuesta con todo el capital político acumulado luego del apoyo popular que logró en las urnas.
Lo más difícil para él va a ser atacar todos esos frentes de manera simultánea, alcanzando los resultados esperados. Parte de su inexperiencia política lo puede condenar a entrar en el fango de las corporaciones que verían en sus intenciones una amenaza para sus intereses. No se puede encarar una reforma política sin amenazar a gobernadores, senadores y diputados, o una reforma tributaria sin despertar a los empresarios. Si pretende modificar la situación en salud, educación y trabajo, el riesgo de choque con los sindicatos es elevadísimo, así como si pretende una reforma gremial para democratizar la representación.
Cada punto que se quiere cincelar en ese gran acuerdo va a necesitar de una gran cintura política con lacual evadir las trabas que quieran imponer los diversos afectados.
Para Macri no será fácil alcanzar sus objetivos, pero hace sólo dos años nadie creía que pudiera ser presidente. Después resistió a la idea de que se iría en helicóptero antes de terminar el mandato. Hace tan sólo una semana, su candidato en provincia de Buenos Aires condenó al olvido a la figura política más relevante de la última década. Aunque otros hayan fallado en el pasado, quizás otra vez el presidente nos sorprenda.