Por Felipe Osman
El domingo, ya sin chances reales de acceder a una banca en diputados, la izquierda medirá fuerzas en las urnas. Es innegable que este turno electoral ha sido un fracaso para la izquierda, al menos considerada en su conjunto. De haber quedado en las puertas del congreso en 2013, con el 7,48 % de los sufragios, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) retrocedió en 2015 al 5,66 %. En las primarias de agosto, apenas alcanzó el 4.32 %. Este último resultado, en una votación en la cual partía con chances ciertas de convertirse en la tercera fuerza, con un kirchnerismo en franca decadencia. Pero la elección se nacionalizó, y la polarización propiciada desde Buenos Aires surtió sus efectos.
Sin embargo, ya sepultadas las oportunidades de llegar al Congreso Nacional, otras incógnitas surgen. Haremos entonces el ejercicio de plantear algunas interrogantes a despejar a partir del domingo.
El FIT surgió, en 2011, como una alianza electoral pergeñada para sortear la valla del 1,5 por ciento, que en 2009 estableció la ley electoral K, para participar de las elecciones generales. Desde entonces, siempre se “alimentó”, en esta instancia, de los votos que otras agrupaciones de izquierda dejaban huérfanos, al no poder saltar el escalón impuesto por las PASO. Tal es así, que en 2015 la diferencia entre los sufragios cosechados por el FIT en las elecciones generales (5,66 %) y las primarias (4,47%), es la suma de los que consiguieron el MST (0,59) y el Nuevo MAS (0,42) en las PASO.
Pero en este turno electoral, el MST y el Nuevo Mas, integrando la alianza Izquierda al Frente por el Socialismo (IFS), pasaron el corte del 1,5 % y competirán en las generales. Sin oportunidad de alcanzar un escaño en diputados, FIT e IFS dirimirán entonces una “interna” dentro de la izquierda, midiendo fuerzas para competir por el liderazgo del espacio.
Ahora que el FIT tendrá que competir con la IFS -en lugar de cooptar sus votos sin necesidad de hacer ninguna concesión- ¿favorecerá esto a que se avance en la unión de los dos frentes?
Repasando los resultados electorales de los últimos años, puede observarse el siguiente comportamiento: los partidos de izquierda suman adhesiones, al constituir alianzas, por encima de los apoyos que cosecharon individualmente en los comicios previos. Pareciera, entonces, que los votantes de este espacio premian la actitud –tan poco frecuente en la izquierda- de unirse. Así sucedió con el FIT, que en 2011 (año de su debut) y 2013 creció por encima de los votos cosechados en 2009 por las fuerzas que luego lo integrarían.
En esta última campaña, ha sido ampliamente difundido que la IFS pretende una unión con el FIT, y que este último la rehúsa. Ahora bien, habiendo un mayor apoyo del electorado hacia una postura que tienda a lograr la unión de la izquierda ¿podrá también existir un “voto castigo” para quién rechace ésta unidad?
Si es así, IFS podría acrecentar su caudal electoral y empezar a disputar el liderazgo de la izquierda al FIT. Si lo logra, probablemente consiga también situarse en una posición desde la cual la unidad del espacio se facilite.