Por Gabriela Origlia
Un trabajo del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba señala que, una vez que la inflación baje, el sistema financiero argentina -en términos del volumen y alcance del negocio- es probable que enfrente una proyección ajustada a crecimiento real de la economía, con reducción de spread entre tasas activas y pasivas y un período de desapalancamiento en plazos y duraciones de los depósitos respecto de las carteras de préstamos.
El equipo de economistas integrado por Diego Dequino, Florencia Costantino y Sofía Sanchez Alegre estima que podría darse un asimetría de plazos, donde los depósitos se irán progresivamente descalzando de los plazos de las carteras de créditos, en la medida en que estas continúen la dinámica actual de expansión vertiginosa del préstamo hipotecario (y el prendario) y una asimetría de rendimiento por una divergencia creciente entre los depósitos indexados (UVA) con tasa premio respectos de los créditos indexados con una tasa real encima de retribución por el crédito (UVA).
Entienden que lo más probable es que el período de desapalancamiento se superará con la securitización de “paquetes de créditos” indexados, expulsando de los balances de las entidades financieras los activos asociados a los créditos securitizados.
Plantean que este cambio implicará un nuevo enfoque y novedoso desafío para las entidades en particular y para todo el sistema financiero en general, ya que los resultados conseguidos adentro de la gestión de las carteras del negocio propio financiero se mudarán hacia la calidad de las carteras de créditos indexados que puedan construir y por lo tanto revender en el mercado secundario como securitización, pudiendo asistir al nacimiento de un incipiente mercado de hipotecas para la Argentina.
Los autores del reporte apuntan que estas proyecciones se pueden hacer en base a que hay una corrección en la tendencia del proceso inflacionario por lo que se puede estimar una inflación que se ubique debajo del 15% anual y en descenso; continúe el reingreso del sector privado al mercado de préstamos en detrimento del sector público y se modifique la composición de la cartera de créditos producto del estiramiento en los plazos.
También entienden que, en ese contexto, continuará como ancla de las transacciones la indexación progresiva de los contratos de crédito y depósitos (UVA u otros mecanismos); se producirá una compresión de los spreads entre tasas activas y pasivas, llevando en una primera etapa los mismos a valores del 3,5% promedio (número cercano a la esperanza matemática de crecimiento del PBI por un tramo largo de 20 años).
El informe describe que la concreción de la hipótesis del escenario más probable en materia de reducción de la inflación dejará expuestos los balances de las entidades financieras, en términos de que ya no les será posible continuar resguardados detrás de la nominalidad exagerada y arrastrará consigo la natural compresión de los spread entre tasas.
Mientras ese contexto se da, el Banco Central estará “obligado a tomar nuevas medidas siempre que desee evitar que el desapalancamiento proyectado no se transforme en crisis y/o que a su vez alimente burbujas especulativas”. Estas nuevas medidas deberán dar cuenta de nuevos métodos de examen respecto de las capacidades reales de los bancos para hacer frente a las condiciones de estrés que el futuro inmediato podrá imponer al mercado.
Los economistas repasan que la política de manejo de los agregados monetarios por parte del Central se organizó en dos grandes ejes, frenar la emisión en exceso de dinero a la vez de mantener el mecanismo de esterilización heredado de la etapa anterior estabilizando el stock de Lebac sin producir quitas en gran escala de la circulación y concentrarse en un proceso de expansión del crédito de mediano y largo plazo a través de la provisión de mecanismos de indexación de contratos.
Recién a partir de este año los plazos de los préstamos más largos se extendieron de forma inédita para la Argentina pero similar a la duración en los países donde no se interrumpieron los ciclos de crédito, alcanzando los 30 años las ofertas de hipotecarios.