Las manchas de la marcha

Por Javier Boher
javiboher@gmail.com

marchaYo sé que esta semana se acordó del ascenso de Belgrano, ¿o no amigo lector? Los dos nos debemos haber acordado del papelón de los hinchas de River invadiendo el Gigante porque se estaban yendo a la B y querían evitar la goleada. El viernes, los disturbios en las marchas por la aparición de Santiago Maldonado fueron como la invasión de cancha de un kirchnerismo que se está yendo a la B.
Vamos a arrancar por aclarar algo importante: no importa quién sea el desaparecido, hay que investigar. Esto se ha convertido en un tema de fe, que siempre va en contra de la razón. Por un lado, los muchachos que aseguran convencidos que la Gendarmería lo ha asesinado por ahí. Esos son los que si aparece el cuerpo con rastros de que lo mataron en un bar o tuvo un accidente van a denunciar una operación de la dictadura genocida neoliberal para montar una escena.
Por el otro lado, están los que creen que está escondido en una cueva en Chile o tomando mojitos en Cuba. Si no aparece, seguro van a pensar en que no está muerto. Si aparece y las pericias dan que lo mató Gendarmería, van a decir que fue una puesta en escena de los Montoneros. Y así sucesivamente.
Es increíble que la gente no pueda pensar en que tiene que aparecer antes de hacer todos estos razonamientos. Si efectivamente lo secuestró Gendarmería, difícilmente aparezca. Si está escondido en algún lado, para los servicios debería ser fácil encontrarlo (salvo que sean igual de efectivos que su ex jefe #NiUnoMenos Parrilli buscando los diarios en internet).
Cuando uno les dice a los que se refieren a Maldonado como un hippie mugriento, que es lo mismo que hacía el kirchnerismo cuando hablaba de Nisman como un señor de vida licenciosa, amante de la noche, las mujeres y las drogas, te dicen que no es lo mismo. Nisman era un fiscal y Maldonado un artesano. Ajá. Recuerden chiquis: en Argentina todos somos iguales ante la ley. Si siguen pensando así, después no se quejen de que la allanan a Natacha Jaitt en tiempo record mientras la cinéfila está viendo netflix en su piso de Recoleta.

La marcha
Que el escándalo y los disturbios no nos tapen la marcha. El reclamo es legítimo y cada tanto necesario. Todos queremos vivir en democracia, así que ocasionalmente hace bien un recordatorio. La marcha fue eso. Un aviso a las fuerzas de seguridad, por un lado, y un refuerzo (post disturbios) para el resto. Sé que estamos maduros, amigo lector, pero hay algunos pendeviejos que por ahí tienen lapsus de edad del pavo.
Lo primero, el tema de los infiltrados. Siempre lo mismo: “hay infiltrados o servicios arruinando las marchas”. Nunca puede ser que les gusta el quilombo, tirar piedras y romper vidrieras. Capaz haga falta alguno que les pueda enseñar a tirar una molotov, porque el papelón del que se prendió fuego en El bolsón los hace quedar mal ante los revolucionarios del mundo.
Ojo que no es que no haya servicios, pero suelen ser líderes, como el profesor universitario (esto no es irónico, tristemente) Fernando Esteche. Casualmente el ex líder de Quebracho se juntó con sus antiguos compañeros que -acusándolo de haberse cortado solo- lo agarraron a puñaladas. Como diría el profe Córdoba cuando lo apuñalaron después de resistirse a un asalto: ahora tiene más puntos que el Boca de Bianchi.
Con el tema de los destrozos, es lo que se acostumbra. Salir, reclamar, pintar la Catedral, el Cabildo, prender fuego contenedores de basura. Mucha gente afirma que es todo una puesta en escena del mismo gobierno. Como diría el comandante, “basta chicos”. No es que son jóvenes revoltosos que reaccionan ante la provocación policial. Eran jóvenes hace diez años, cuando les fueron a hablar del nestornauta a la escuela. Hoy ya son adultos responsables de sus actos, si rompen todo no le echen la culpa al resto.
Además no sé qué pretenden de la policía: está para reprimir. Eso es el Estado, no definir el precio máximo del polvo pédico. Está claro que tiene que tener un límite, pero si tirás piedras te van a caer a bastonazos, no te van a acercar más cascotes para que sigas tirando. Hubo un corrimiento tan grande de las fuerzas de seguridad que hoy esas cosas nos sorprenden.
Hubo muchos que salieron a decir que antes las marchas eran pacíficas, no había disturbios y la policía no reprimía. Todos errores. Parece que ya nadie se acuerda cuando el Suoem destruyó la Muni, o cuando Luz y Fuerza reventó el centro, todo hace menos de 15 años. La policía no reprimía, pero disturbios había lo mismo. Cuando sí reprimía, hasta muertos había -como Fuentealba-. Las marchas pacíficas lo siguen siendo hasta hoy, como la del primero de Abril. Es otra gente la que protesta pacíficamente: la que sabe lo que significa salir a laburar.
Llegando al final no podemos dejar afuera las cláscias pintadas, esos recuerdos de Da Vincis callejeros que estampan sus consignas en cualquier lado. Hubo algunas muy pacíficas, a tono con la marcha: “Bullrich no renuncies, morite” o “Matar un Feinmann para vengar un Santiago”. Yo no soy un experto en el tema, pero estoy casi seguro que la segunda frase es delito. Creo, ojo, porque no soy abogado.
Hubo una pintada que acaparó todas las miradas: “Macri hetero”. Juro que no entiendo la ofensa. Es como poner “Macri hombre”, “Macri esposo”, “Macri ojos claros”. Salvo que toda mi vida haya vivido engañado en que ser heterosexual es una gran ofensa para mi comunidad y un rasgo ineludible de mala persona, por lo que les pediría disculpas y abrazaría la causa homosexual para no contradecir a las iluminadas masas en contra del heteropatriarcado. Si alguien me lo puede confirmar me haría un favorazo, así voy preparando a mis hijos para cuando crezcan y se enteren de que su padre es hetero.
Lo último es lo que pasa con Elisabet I de Tolosa. En esta escenificación de épica de la resistencia (que es muy peligrosa) está alentando a jóvenes a rebelarse ante un gobierno que no les gusta, porque objetivamente esto no es una dictadura -como tampoco lo fue el kirchnerato-.
Alguno pintó “Macri es peor que Videla”. Sí: peor que el responsable de miles de desapariciones que al día de hoy son una mancha en el país. Así de locos se ponen cuando uno los alienta y no los llama a la cordura. Lo mejor de esa polarización es que, según algunas encuestas, los candidatos de Cambiemos están entre 4 y 10 puntos por arriba de sus resultados en las PASO. Si siguen así, Durán Barba va a suspender los timbreos y se va a pone a organizar marchas de izquierda.
Cristina, que fue capaz de bailar mientras el país se prendía fuego por los saqueos policiales, el viernes fue a misa para pedir por Santiago. Por suerte la encaró una madre de la masacre de Once y le hizo ver su hipocresía. Afortunadamente existen las redes para enterarnos, porque eso nos permitió verla muy risueña en un restaurant después de haber pasado por la iglesia y haber estado cara a cara con esa madre que, a diferencia de los de Maldonado, tienen la certeza de que su hija ya no va a volver.