Por Yanina Passero
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El candidato a diputado de Cambiemos, Héctor “La Coneja” Baldassi, es un buen discípulo. Los funcionarios nacionales lo adoran y el presidente Mauricio Macri tiene planes mayores para él. El ex árbitro internacional del fútbol es orgánico, respeta y cumple con entusiasmo las directivas que le imparten y se muestra en constante movimiento, no sólo durante el tiempo de campaña electoral. Responde sólo cuando se le autoriza.
Si se deja de lado su alta efectividad en las urnas, el párrafo anterior podría coincidir con cualquier valoración cualitativa que un docente dedica a un buen alumno en su boletín de calificaciones. Como premio a la buena disposición, los cráneos de la estrategia electoral –representados en la figura del jefe de gabinete, Marcos Peña; y el asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba- propusieron una campaña electoral adaptada a las fortalezas y limitaciones del cabecilla de la boleta que representa al oficialismo nacional.
El réferi inauguró un nuevo género: la no campaña política, al menos no la que se entiende en términos clásicos. Los dirigentes radicales que escoltaron a Baldassi –con otro entrenamiento- debieron adaptarse a la bajada de línea de Peña, a la que sazonaron con alguna declaración picante sobre índices de pobreza en Córdoba, reforma y presión fiscal, entre otros temas que exigen cierta pericia para intentar algún ensayo serio, pero por sobretodo creíble, en tiempos electorales.
Baldassi, por el contrario, se refugió en un entorno amable. Frecuentó clubes de barrio donde fue testigo de la entrega de fondos nacionales en virtud de las disposiciones de la ley de su autoría. Visitó grupos de vecinos reducidos o brindó alguna conferencia a estudiantes secundarios. Sólo una vez se permitió un contragolpe al gobierno de Juan Schiaretti y su lista de candidatos patrocinados. Vinculó a Unión por Córdoba con los K y, peor aún, con la impunidad del ex ministro de Cristina Fernández, Julio De Vido. Sorprendió.
De todas formas, el actual diputado macrista no dio lugar a la polémica. Estrategia que mantuvo constante, incomodando profundamente a los peronistas que, como los radicales, disfrutan de las campañas para tirarse con artillería pesada.
Pese a todo, Cambiemos seguiría liderando las encuestas en Córdoba. Si los macristas y radicales depositan una fe ciega en sus analistas y los sondeos auspiciosos tienen su correlato en las urnas, ¿por qué cambiar el rumbo fijado? Siquiera lo justificaría una denuncia por presunta malversación de fondos y abuso de autoridad que pesa sobre los hombros de Baldassi.
Es un concejal peronista de Mendiolaza –quien acostumbra a pisar sobre los callos de los famosos o dirigentes de PRO cuando “incurren” en prácticas asociadas a la “vieja política”- el autor de la nueva jugada que, como se esperaba, Baldassi decidió ignorar con su ya clásico silencio. El pasado viernes, Nicolás Martínez Dalke presentó una denuncia penal en contra del diputado oriundo de Río Ceballos, tras la entrega de un subsidio por $100 mil al Córdoba Golf Club de Villa Allende.
Para el edil, el destinario de la suma no cumpliría con los requerimientos para ser un club de barrio. “Sólo en uno de los torneos que realiza la institución deportiva se hace entrega, en concepto de premios, una cifra superior a los $3 millones”, ilustró.
“Baldassi se convertiría en un caso paradigmático, donde un diputado será la primera persona en violar su propia ley, y accionando en contra de la esencia para la cual fue creada”, advirtió Martínez Dalke.
Sólo los adláteres de Baldassi salieron al cruce. El vicepresidente de PRO, Andrés Díaz Yofre, aseguró que la denuncia es infundada porque el subsidio lo entrega la Secretaría de Deporte de la Nación. Además, agregó que la ley no distingue entre “clubes ricos o pobres”.
Siguió el concejal capitalino Abelardo Losano. “La ley de Clubes impulsada por Baldassi crea el régimen de Promoción de Clubes de Barrio y Pueblo. Dicho régimen tiene por objeto ayudar a todos los clubes del país que cumplan con los requisitos previstos”, aclaró el macrista antes de asegurar que la denuncia de Martínez Dalke persigue “fines electorales”.