Por Federico Jelic
Un abrazo puede significar un montón de cosas. Amistad, compañerismo, camaradería, confianza, reconciliación, o algo mejor. O peor. La cuestión es que el abrazo que pudo apreciarse públicamente en la mañana de Villa Esquiú mientras Belgrano derrotaba a Temperley en el duelo de Reservas de aquel amistoso, no dejó de llamar la atención y dejó sorprendidos a propios y extraños.
Principalmente porque estuvieron públicamente distanciados o peleados. Las dos opciones encajan a la hora de describir la relación entre ambos. Pero como también fueron incondicionales y socios en la aventura del “Pirata” tanto en tiempos de gerenciamiento de Córdoba Celeste como en el club social, uno imaginaba que una charla sincera e íntima podría limar las asperezas que el tiempo pudo ir armando cuando la indiferencia fue moneda corriente.
Abraham Rufail, ex vicepresidente de la entidad, ahora solamente encargado de prensa, y Armando Pérez, presidente honorífico y ahora director ejecutivo de Belgrano, estuvieron abrazados en el predio, del otro lado del alambrado. Y después caminaron entrelazados, como esos adolescentes que salen de la escuela o que van unidos a jugar el partido en el campito. A ninguno se lo notó incómodo. Bah, a uno un poco más. De todas formas, causó cierta conmoción en el ambiente apreciar esa imagen poco frecuente aunque lo mismo no se interpreta del todo que reine nuevamente la amistad que los unió durante años y los llevó a embarcarse en esta cruzada en Alberdi.
Abrazo especial
El contexto era óptimo. La luz solar brindaba abrigo en tiempos de invierno, el cielo lucía diáfano, bien celeste como Belgrano y dentro de la cancha, los jugadores hacían lo propio para ganar el amistoso. La sorpresa fue la presencia de Armando Pérez, quien no es habitual como antes en los ámbitos del club, aunque lo mismo conserva su influencia tradicional, en su rol de asesor del presidente Jorge Franceschi, ungido por los socios a fines de abril.
La cuestión es que mientras Pérez realizaba declaraciones de todos los temas que le competen a la actualidad de Belgrano (refuerzos, la venta de Emiliano Rigoni, su nuevo rol, la Superliga, la ampliación del Gigante de Alberdi etc.) a Rufail no se le ocurrió mejor idea que pasar cerca para saludar a los periodistas o en rigor de hacer su aporte o comentario hilarante de cada día, de cada práctica. Su sentido del humor es contagioso cuando está de buen ánimo.
En ese momento, mientras daba sus explicaciones al respecto de la vida institucional o deportiva de Belgrano, Pérez no tuvo mejor idea que abrazar a Rufail, contenerlo, no dejarlo ir, y seguir declarando. Como si nada hubiera pasado.
Los periodistas, asombrados, tomaron con gracia la circunstancia. Como un toque de “está todo bien” o algo parecido, buscando dar calor a la frialdad reinante entre ambos desde hace un tiempo a esta parte. Sin embargo, quizás habrán estado 10 minutos en esa fraterna situación.
Y no terminó ahí. Siguieron caminando abrazados, intercambiando palabras entre sí, sin dejar el hombre fuerte de los cosméticos de atender a las preguntas de la prensa, que lo mismo se acercaba a calmar alguna incógnita. Caminaron abrazados desde la cancha 7 del predio de Villa Esquiú hasta casi los vestuarios del plantel de Primera. En ese lapso, Pérez comentó que se marchaba a la tarde de Córdoba pero que siempre está disponible para hablar de Belgrano. Rufail, por su parte, se refugiaba con mirada gacha y también algo atónito, sensación que supo disimilar también cuando todas las miradas se posaron en esa dupla ahora nuevamente unida, reparando las averias, temporalmente, de la distancia.
Diferencias de todo tipo
En realidad, lo que llamó la atención es que públicamente hayan protagonizado ese abrazo, sabiendo que no es todo armonía en esa relación. Y fue espontáneo, no debe tratarse de algún acto político de Pérez como para demostrar sonriente y feliz que no hay espinas ni internas en Belgrano y su renovación dirigencial.
Pero lo cierto es que no puede negarse que seguramente habrá algún diálogo pendiente entre ambos, para zanjar diferencias. El cortocircuito empezó hace dos años aproximadamente, cuando Pérez comenzó a tomar vuelo en su carrera dirigencial para llegar a AFA, dejando de lado a sus otros aliados. Paulatinamente le comenzó a no atender más el teléfono a Rufail, teniendo que salir este último a dar explicaciones de algunos sucesos que ocurrían en el aspecto deportivo, montando una frialdad no habitual entre ellos.
Belgrano después de cinco años resolvía no darle continuidad al proyecto de Ricardo Zielinski, el equipo mermaba en su producción deportiva, la necesidad de respuestas era imperiosa justo a un año de las elecciones. No se mostraban tampoco signos proselitistas ni propuestas, todo porque Pérez mantenía su obsesión de acomodarse en AFA. Apetencia que consiguió cuando llegó la intervención de FIFA y el Estado Nacional, con la creación de la Comisión Normalizadora, y a partir de ese punto de inflexión la ruptura se hizo inevitable.
Todo porque Pérez priorizó sus intereses en el ente máximo y soberano del fútbol argentino, desatendiendo a Belgrano. Mientras tanto, la fractura también se daba en el seno interno, cuando el presidente le dio su beneplácito político a Franceschi en virtud de que sea el sucesor de este proceso, en una nueva era junto al oficialismo, dando lugar y provocando un enojo mayor a Rufail.
Vale destacar que el “Turco” en ese entonces presentó su renuncia a consideración, otros aducen que se alejó sin tanto preámbulo y se tomó un viaje por Europa, de vacaciones. Los rumores de renuncia indeclinable eran permanentes. Sin embargo, en su retorno, acusó una licencia y siguió trabajando en la estructura del club. Pero los trascendidos de su deserción fueron fuertes, al punto que sin dudas tuvo que intervenir otro dirigente como para convencerlo de que flexibilizara su postura. Quizás el propio Pérez, no se sabe, pero Rufail continúa hoy en Belgrano. Lo concreto es que no formó parte de la lista oficialista ganadora de los escrutinios, dejó su cargo de vicepresidente segundo para volver a sus inicios, como jefe de prensa de la institución.
Y otro dato no menor: en sus 10 años en Belgrano fue empleado de Pérez, de su compañía, con dedicación total al club. Misma naturaleza pesaba en Franceschi, a cargo de la parte administrativa. Hoy Rufail es empleado del club, no de Pérez.
¿Amigos de nuevo?
Los que conocen bien de cerca a Rufail, aducen que no hay reconciliación con Pérez por el momento. Que se trató ese abrazo de un acto improvisado y simbólico para calmar las aguas por parte del ex presidente, en un acto social no protocolar, pero que aún hay heridas no cicatrizadas en el camino entre ambos. Rufail y su capacidad gestual o corporal con sus rasgos faciales dio a entender de todo, con esa habilidad efectista de provocar risas entre los presentes. Pero nunca desautorizó a Pérez. ¿El abrazo de la mentira? ¿El primer paso de la recomposición? Rufail no se refiere al tema, responde entre sonrisas socarronas, logrando desviar la atención con imitaciones grandilocuentes a periodistas. Es un hombre particular, fiel y condicional, generoso y rencoroso casi en la misma proporción. Fue entonces un abrazo de concordia o de “alto el fuego”, una tregua con un simbólico abrazo en público, pero seguramente quedaron abiertas otras comunicaciones para que el binomio Pérez- Rufail vuelva a ser el de antes.