Por Yanina Passero
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El gremio de los recolectores de residuos de Córdoba esperó con atención el desenlace de la paritaria salarial del gremio de Camioneros, comandado por los enemigos públicos de la familia Saillén. El misterio se develó con rapidez: la amenaza de paro para esta semana quedó licuada con la firma de un 23% de aumento, en tres tramos, para 250 mil trabajadores representados por Hugo Moyano.
En los portales de medios nacionales prosperaron lecturas de franca derrota. Al ser comparados con el precarizado sueldo de los docentes bonaerenses –que logró un 24%- ya no hicieron falta más acotaciones y fue Pablo Moyano el encargado de defender el arreglo.
El secretario adjunto del Sindicato de Choferes de Camiones -cuya sigla se ofrece el chiste fácil: Sichoca- aseguró que la suba real será del 26,3%, al que faltaría adicionarle algunos ítems que inflan el salario de bolsillo de los empleados del sector como los viáticos y las compensaciones por desarraigo, que aún no habían sido recalculados.
Con seguridad, los primeros voluntarios en dinamitar el acuerdo de Camineros vendrán de las filas del Surrbac. Ya es una tradición del titular del gremio de los basureros cordobeses, Mauricio Saillén, exigir una suma superior en sus arreglos. Se trata de un mecanismo de ratificación de un liderazgo que sigue generando reacciones por parte de los Moyano, quienes no superarían que su ex aliado obtuviera la representación legítima de los trabajadores del servicio de higiene urbana.
Por ejemplo, en junio de 2016 el Surrbac logró 39 puntos, contra 37 de Camioneros. Una diferencia que contribuyó a ratificar una política de negociación paritaria. Para la nueva pulseada, miembros del gremio de los recolectores anticiparon a Alfil que Saillén tratará de obtener una tajada mayor.
La base fijada toma por base la derribada idea de aumento salarial que tenía Moyano para sus afiliados. “Si Camioneros pidió un 32%, nosotros vamos por un 37%”, dijo una fuente inobjetable, sin dejar de reconocer que los empresarios locales no harán semejante concesión y la base de acuerdo que ofrecerán desde la patronal se situará, también, en el orden de los 25 y 27 puntos. Cabe recordar que el sueldo neto de un operador de barrido manual sin antigüedad percibió en junio un ingreso neto de $35.851. La cifra no incluye el impulso del medio sueldo anual complementario.
El ingreso ilustrativo es una clara muestra de las conquistas del gremio, pero también explica por qué el servicio de higiene urbana de la ciudad escapa a todo intento de contención del gasto. La presión salarial y costos operativos consumen casi $200 millones de la caja municipal, cifras que resucitan la polémica ante la inminente apertura del segundo intento por licitar la recolección mecanizada, el 8 de septiembre según lo anunciado por el intendente Ramón Mestre.
Saillén, como siempre, negocia la paritaria salarial con el comentado esfuerzo de sobresalir de la pauta cerrada por Moyano. Pero, esta vez, tiene razones adicionales para lograr una buena performance en la mesa de negociación en virtud de actuaciones recientes de las que no resultó favorecido.
Saillén no sólo prestó su asesoramiento al grupo delegados díscolos de UTA que plantaron un paro de nueve días; también se puso al frente del reclamo y de las negociaciones con otros gremios para provincializar el conflicto. El cerrojo impuesto por el municipio y la Provincia fue el empujón para que quedara en evidencia la improvisación de los representantes de base de los choferes. El saldo fatal se comparte entre todos los involucrados: dos centenas de empleados despedidos.
El paladín de los recolectores regresó a su bastión. Desde allí realizó potentes anuncios para los suyos, en un claro intento de mostrar gestión y separarse de un paro que estaba destinado al fracaso.
Si bien desde el sector empresarial y municipal no creen que Saillén vuelva a levantar el perfil tan pronto, cuando aún se discute el futuro de los choferes cesanteados, desde el gremio responden con un discurso cargado de antimacrismo que incluye conceptos como inflación y estancamiento. Pero lo cierto es que con el proceso de licitación abierto el gremio olfatea cierta vulnerabilidad que está dispuesto a aprovechar.