El mago desprotegido

La escritora J. K. Rowling reveló que en la genealogía de Harry Potter existió un homónimo, su bisabuelo, que salió a defender a los Muggles tras la primera Guerra Mundial. Esto abre la puerta a las especulaciones acerca de una posible nueva saga, con el antepasado como protagonista.

Por J.C. Maraddón
jcmaraddon@diarioalfil.com.ar

Las innovaciones culturales chocan de frente con los intereses de las industrias que distribuyen y comercializan las obras artísticas. A diferencia de otras ramas de la producción, en las que existen departamentos enteros dedicados a experimentar y proveer novedades, en la cultura lo más barato es insistir siempre con lo mismo, aunque disfrazado bajo algunos matices en su apariencia. Lo novedoso suele imponerse a la fuerza, contra todos los pronósticos, impulsado solamente por la confianza de los creadores y por la audacia de un público que elige tomar riesgos en vez de conformarse con el mismo alimento espiritual de siempre.
Cuando, por fin, algo distinto logra imponerse, el marketing se encarga de exprimirlo a fondo y sacarle hasta la última gota de rendimiento económico que pueda generar. Los arriesgados artistas que se jugaron la vida y salieron a patear el tablero, en caso de ganarse la consideración del público sufren un proceso de vampirización forzada. Algunos de ellos ofrecen resistencia a estas imposiciones, aunque en la mayoría de los casos sus opciones se limitan a dos posibilidades: o se entregan mansamente a la extracción ilimitada de su energía o se refugian en una marginalidad que les garantiza libertad pero que les retacea la merecida retribución monetaria.
En estos tironeos se manifiestan luchas de intereses que desgastan los sueños de aquellos que se involucraron en un género artístico por su vocación transformadora y que, ante un contrato con varios ceros, muy difícil de rechazar, resuelven postergar las utopías para una mejor ocasión. Después de sucesivas concesiones, al apreciar sus producciones ya no se sabe muy bien qué corresponde a su propia inventiva y qué le pertenece a los empresarios que contrataron sus servicios y que orientan sus objetivos hacia esa zona en la que el negocio del entretenimiento se maneja tan bien.
Esta captación sigue un trayecto bastante obvio, que conduce hacia una reeducación del artista, quien al término de esa capacitación ya no requiere ser supervisado, porque ya ha incorporado las pautas de la mercadotecnia en su propia inspiración. Tan claras tienen algunos estas limitaciones, que se permiten habilitar carreras paralelas, para poder ejecutar lo que realmente desean, aunque deban hacerlo bajo un alias y sin expectativas acerca de la popularidad que puedan alcanzar con esas creaciones. Mientras su lado oscuro transita por el circuito de la desolación, su faceta más famosa obtiene premios y bate récords, llenando de gozo a los inversores que financian su trabajo.
Cuando J.K. Rowling publicó su primer libro de Harry Potter, allá por 1997, se dio cuenta de que su idea literaria podía convertirse en un suceso. Y, por eso, resolvió ponerle límites, para que las aventuras del joven mago no se le fuesen de las manos. Hasta cierto punto, pudo sostenerse en su postura, pero desde hace un tiempo es evidente que la ambición de sus editores le ha empezado a ganar la pulseada. Y aquella original fantasía que plasmó en los seis libros principales, corre el riesgo de desmadrarse en una lista sin fin de precuelas, secuelas, spin off y todo tipo de derivados.
La última vuelta de tuerca, revelada por la propia autora en las redes sociales, indica que en la genealogía de Potter existió otro Harry, su bisabuelo, que salió a defender a los Muggles tras la primera guerra mundial y por eso se enfrentó al entonces ministro de Magia, Archer Evermonde. Esta revelación podría abrir la puerta a una nueva saga, protagonizada por el antepasado del héroe, algo que muchos fanáticos saludan con emoción, aunque cada vez son más las voces que realizan un reclamo paradójico: proteger a Harry Potter de su creadora.