Por Yanina Soria
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Mientras el oficialismo provincial aún mastica la salida de José Manuel de la Sota del juego político para las legislativas de octubre, el PJ sigue adelante con el aceitado de su engranaje político en el interior provincial preparando el terreno para la campaña que se viene.
Por tercer fin de semana consecutivo y tras el anuncio del ex gobernador, el peronismo cordobés aglutinó a su tropa en la ciudad de Almafuerte donde ministros de Juan Schiaretti se reunieron con legisladores, intendentes, concejales y dirigentes del partido.
Además de las fuertes críticas que se hicieron al gobierno de Mauricio Macri, principalmente por parte de la secretaria de Equidad y Promoción del Empleo, Alejandra Vigo, la idea fue mostrar la unidad del espacio, el apoyo irrestricto a la decisión que tomó De la Sota y el encolumnamiento orgánico a la lista que definirá Unión por Córdoba para octubre. Aunque sin definiciones aún, descuentan que el Gobernador podrán a rodar su plan B: la candidatura de del vice, Martín Llaryora.
Lo cierto es que mientras tanto y sin De la Sota como protagonista en el tablero político local, el PJ prepara su estrategia electoral que ya comenzó a delinearse y a mostrar sus principales aristas.
Aunque hacia afuera los dirigentes provinciales aseguran que la campaña tendrá “la intensidad” necesaria para ganar las elecciones de medio término, hacia adentro reconocen que no será la que habían pensado si el tres veces gobernador de Córdoba encabezaba finalmente la boleta del peronismo.
Es que De la Sota ante los suyos había anticipado una contienda de alto voltaje con el blanco puesto en Mauricio Macri; mientras que el propio Schiaretti en varias oportunidades le bajó el tono a esa premisa y aclaró que las legislativas no alterarán la composición del Parlamento, “las elecciones no van a ser la vida o la muerte”, supo decir.
El equilibrio que el mandatario provincial se ve obligado a mantener entre la necesidad de gestionar la segunda provincia más importante del país y responder a las apetencias electorales de su partido, también se verá reflejado en la estrategia electoral. Previsible. Lo que se viene entonces será lo que el schiarettismo quería: una campaña light.
Por un lado, el partido será el vector por el que se canalizarán las críticas hacia la Casa Rosada y hacia los dirigentes locales de la alianza Cambiemos con quien el peronismo polarizará la elección. Desde allí se pararán también las embestidas que llegarán al Panal desde los distintos frentes cuando se largue formalmente la campaña.
Algo parecido a lo que emplea la UCR en Córdoba para evitar erosionar la relación institucional que mantiene el intendente Ramón Mestre con el titular del Centro Cívico. Por lo general, los cuestionamientos hacia el peronismo y la gestión provincial llegan desde el Comité Provincia o Capital del radicalismo.
Mientras que Schiaretti mantendrá la relación pendular con la Nación que actualmente va de los reclamos inherentes a cuestiones de gestión (envío de fondos nacionales, por ejemplo) a los gestos de cordialidad para con el Presidente. “Mi relación personal con Macri y la relación institucional de Córdoba con la Nación no la va a cambiar la elección”, dijo el jueves pasado en la ciudad de Río Cuarto.
Crítica amarilla
No obstante, el PJ montará una estrategia de diferenciación con el PRO y lo hará destacando las obras y la gestión provincial en Córdoba. Funcionarios de primera línea del gabinete provincial recorren el interior provincial llevando programas sociales y de asistencia.
“A la gente no hay que ir a timbrearla, hay que llevarle soluciones”, disparó la esposa del gobernador desde Almafuerte tras asegurar que el peronismo es el que garantiza la inclusión social. En sintonía, el legislador nacional y presidente del partido Carlos Caserio dijo que Unión por Córdoba ganará las PASO en agosto y luego las generales en octubre “porque nuestros candidatos van a ser los mejores representantes para que haya más federalismo”.