Hace poco menos de un año, Cristina Fernández de Kirchner quedó procesada por, presuntamente, ordenarle al Banco Central que vendiera el dólar futuro a un precio menor al del mercado.
El juez federal Claudio Bonadio le enrostró el delito de administración infiel en perjuicio de la administración pública y la embargó por 15 millones de pesos, en el entendimiento de que usó la estructura de poder que dirigía para implementar una operatoria que vulneró las arcas públicas.
La causa comenzó a instruirse en el tramo final de su gestión, a raíz de la denuncia presentada por los entonces opositores Mario Negri y Federico Pinedo, en octubre del 2015.
En esa oportunidad, apuntaron en contra del titular del Banco Central, Alejandro Vanoli, y alegaron que las operaciones bajo sospecha implicarían un alto costo para la próxima administración.
A 78 días de haber abandonado el poder, ya sin fueros, la ex presidenta recibió su primera citación judicial. Bonadio sorprendió con su orden, ya que al inicio de la pesquisa el fiscal Eduardo Taiano sólo incriminó a Vanoli y no dijo nada sobre la presunta responsabilidad de CFK.
Al conminarla a concurrir a su despacho como imputada, el magistrado dejó entrever que más allá de la autonomía del Banco Central, las directivas emanaron de la ex jefa de Estado.
Las diferentes “tribus” que conforman la militancia se dispusieron a apoyar a su “jefa” y organizaron un acto en el barrio de Retiro.
El kirchnerismo cordobés no fue la excepción y las agrupaciones se movilizaron desde distintos puntos de la ciudad y del interior.
Los Dirigentes del Movimiento Evita salieron hacia la “misa K” desde Córdoba y confirmaron que cada organización “se las arreglaría por su cuenta”.
De hecho, fuentes de la agrupación señalaron desconocer qué harían sus “compañeros” y se limitaron a detallar que concurrirán a Comoro Py para concentrarse con sus pares a nivel nacional.
Distinguiéndose del estilo emocional, casi sectario, con el que otros colectivos convocaron a sus seguidores para viajar a Buenos Aires o para “hacer el aguante” en La Docta, desde Evita Córdoba informaron que estarían presentes para reclamar que “no se criminalizara una decisión política”. Incluso, acotaron: “Podremos discutir luego si es correcta o incorrecta”.
El grueso de la gente que se concentró en las inmediaciones de las oficinas de Bonadio se trasladó desde de provincias chicas, lo que dejó en evidencia que en las “grandes” (Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires) se cortó el flujo de fondos para coordinar manifestaciones de amor al modelo.
Las agrupaciones “cristinistas” locales reiteraron en la ciudad el método de reunión bautizado como “Plaza del Pueblo”. Así, se reunieron en la plaza Agustín Tosco, en una suerte de vigilia. Otros se movilizaron de forma particular a la Capital Federal.
Las expresiones de la militancia, además de intentar instalar el discurso que sostiene que los cargos en contra de Fernández de Kirchner son una “operación del partido judicial”, cayeron en un clima más digno de una misa que de una manifestación de participación política. Las consignas cuasi religiosas con las que se intentó agrupar a la tropa (¡Seamos Cristina, que lo demás no importa nada!” o “No vienen por CFK, vienen por vos”) ilustran el clima que se vivió hace 11 meses.
Si bien se decidió convertir un trámite judicial en un acto político para mostrar rudeza, la primera concentración masiva desde que CFK dejó el poder no tuvo mística, sino que sirvió para que las “orgas kirchneristas” comenzaran a disputarle espacio al “ultra cristinismo”, representado por Nuevo Encuentro y La Cámpora.
La propaganda del “apoyo a Cristina” fue la excusa para hacer un despliegue de fuerzas internas y para pasarse facturas varias por la derrota de noviembre del 2016.
Ahora, Bonadio elevó a juicio oral la causa por el dólar futuro y apuntó, una vez más, a Fernández de Kirchner, quien podría sentarse pronto en el banquillo junto con Vanoli y el ex ministro de Economía y actual diputado, Axel Kicillof.
La hipótesis que sostiene el juez es que la ex presidenta y sus funcionarios le causaron al Estado un perjuicio económico que supera los 50 millones de pesos.
Cuando los procesó, opinó que era “evidente” que la entonces presidente le impartió instrucciones a Kicillof para que la transacción se llevara a cabo, vía directivas a los funcionarios del Banco Central y de la Comision Nacional de Valores.
Para Bonadio, la maniobra apuntó a mantener forzadamente bajo el valor de la moneda estadounidense en el mercado marginal de compra/venta durante la gestión del gobierno que finalizó el 9 de diciembre de 2015, a sabiendas de que los vencimientos de los contratos operarían durante la siguiente administración.
Cuando trascendió le decisión del magistrado, Negri declaró que los hechos configuraron maniobras especulativas con un propósito político, en plena campaña. “Lo que había detrás no era sino el intento de mantener el dólar planchado durante las elecciones, para permitirle al candidato Daniel Scioli continuar con el relato de que no estaba desfasado”, disparo el denunciante.
Con el expediente ya encaminado,Tribunal Oral Federal 1 deberá dilucidar si Vanoli actuó solo o por orden la ex mandataria y de Kicillof.
Según Gregorio Dalbón, el polémico abogado de CFK, su asistida no cometió delito alguno porque el Banco Central “es un ente autárquico que no le tiene que pedir permiso al Poder Ejecutivo”.
“Si hubiera un culpable, debiera ser Vanoli”, disparó el letrado.
A un año de “misa K” por primera indagatoria de CFK, juicio
La causa por el dólar futuro que inició el radical Mario Negri podría llevar a la ex presidenta al banquillo en poco tiempo.