La columna vertebral

Lo que sucede es que en el gobierno están convencidos de que Cristina Kirchner dejó al país encarrilado hacia Venezuela. Y sacarlo de ese carril es una prioridad sustancial.

Por Gonzalo Neidal
gonzalo.neidal@gmail.com

¿Hay motivos estrictamente gremiales para hacerle paros al gobierno? Seguramente que sí, que los hay.
De todos modos, podría decirse que los ánimos de los gremialistas están especialmente sensibilizados contra el gobierno de Mauricio Macri. No lo quieren porque, presumen, desarrolla políticas que terminará por perjudicarlos.
Le atribuyen a Macri una ideología liberal y pretenden que por ese motivo el presidente y todo su equipo de gobierno están completamente desinteresados de lo que suceda con el nivel de vida de los trabajadores.
Este razonamiento no se sostiene. Macri, como todo político en el poder, lo que quiere es consolidarlo. Hacer que la gente vuelva a votarlo en octubre para finalizar bien su mandato. Y, si eso fuera posible, aspirar a candidatearse con chance a una reelección. Por eso, desea y necesita tener contentos a los trabajadores, al pueblo, para obtener su voto. Otro tanto ocurre con la amplia clase media argentina.
Es decir, Macri quiere que lo voten. ¿Por qué, entonces, habría de negarse a aumentos de salarios y a encapricharse en no ceder a las demandas de los gremios? ¿Porque es perverso, en tanto es rico y no ha padecido nunca necesidades económicas? Esta es una línea de razonamiento sencillamente ridícula.
Lo que sucede es que en el gobierno están convencidos de que Cristina Kirchner dejó al país encarrilado hacia Venezuela. Y sacarlo de ese carril es una prioridad sustancial. Para eso, necesita tiempo y tolerancia. Y no la está teniendo. Los gremios son especialmente exigentes con los gobiernos no peronistas. Aunque Macri negocie con ellos en privado, aunque les ceda fondos que Cristina no les otorgó, los gremios y los llamados “movimientos sociales” hacen lo imposible por deteriorar la situación del gobierno.
Uno podrá decir que se trata del libre juego de la política. Podrá decir que siempre esto fue así. Pero no es verdad.
Todos los políticos del peronismo están ahí, rodeando a los sindicatos, que Perón llamó “la columna vertebral” y que son los únicos que tienen capacidad de movilización.
Aníbal Fernández, uno de los personajes más desprestigiados de la política nacional, estuvo en el acto intentando subir al palco. No lo dejaron. Pero ahí está todo el peronismo poniendo fichas a los sindicalistas para radicalizarlos y hacerle la vida imposible a Macri, sobre todo ahora que estamos en un año electoral. A los sindicatos y el peronismo político, se suma una parte de la Iglesia Católica. Los más radicalizados. Los herederos de los Sacerdotes por el Tercer Mundo, que tienen como referente al Papa Francisco.
Está claro que Macri debe luchar contra la crisis económica, contra la herencia recibida y también contra esta entente de intereses populistas que buscan complicarle el gobierno de mil maneras.
Para vencer, Macri necesita que la economía se reactive. Es la única variable que en definitiva importa al momento de votar, según nos dicen los que realizan encuestas. Pero como el gobierno está decidido a hacerlo de un modo distinto al populista, su tarea no será fácil.
En la Argentina, lo único fácil es el paro y el reclamo.
Las soluciones sólidas, son siempre arduas.