Por Federico Jelic
Se trató finalmente de una sentencia final, una formalidad que dio culminación al proceso de quebranto, al más oscuro institucionalmente hablando, y a pesar de que la realidad de Talleres y Belgrano ya transita con normalidad, no deja de ser el punto final de un proceso indeseado que duró una larga década. El juez que entiende de las quiebras de ambos clubes, Saúl Silvestre, cerró el 2016 desde su despacho con la mejor noticia, anunciado el cese de las situaciones de quebranto de las dos entidades que les tocó administrar, cerrando un ciclo exhaustivo, agotador, desgastante pero con final feliz.
Para el “Pirata” fueron 15 años de espera, mientras que la vigilia albiazul fue de 12 años. Pasó mucha agua debajo del río. Las dos entidades ya se encuentran funcionando con sus órganos naturales, sin el paragua de la Justicia, con presidente y comisión directiva, aunque aún quedaba un pequeño saldo por abonar del pasivo general, llamado residual, al tratarse de costas y honorarios administrativos del fideicomiso, entre otros apuntes. Ahora sí, formalmente, Talleres y Belgrano recuperan su naturaleza de clubes sociales o mejor dicho Asociaciones Civiles Sin fines de Lucro.
Pero ambas tuvieron que caer en Silvestre, en su despacho como Juez de Control de la 7° Nominación en lo Civil y Comercial, para avanzar con la cancelación de sus pasivos. Antes habían existido algunos proyectos de distribución para los acreedores, pero la medalla quedará para Silvestre.
Talleres y su batalla judicial
El proceso de quiebra de Talleres fue de película, digna de un libro de Stephen King. Pasó por tantas etapas, tantas batallas legales, vaivenes, denuncias, acusaciones, con consecuencias directas en el aspecto deportivo, que sin duda deja una cicatriz indeleble. Fue un “día del inocente”, valga la casualidad, el 28 de diciembre de 2004, cuando el magistrado Carlos Tale, de la 13° Nominación, dio por finalizado el Concurso Preventivo, aceptando la cesación de pagos y entonces el albiazul cayó en la quiebra, acudiendo a la ley 25284, la “Ley de Salvataje de entidades deportivas” que ya tenía a Racing Club y a Ferro Carril Oeste como antecedentes. La desidia era total: el presidente Carlos Dosetti se encontraba de licencia y en funciones lo reemplazaba Álvaro Díaz Cornejo. Asumió el órgano fiduciario compuesto por el abogado Carlos Nasser, el contador José Preve y el idóneo deportivo Mario Sarrá. A días de iniciar la pretemporada, la colaboración de los socios “Notables” no se hizo esperar y llegó con Egidio Heyd, Aldo Roggio, Miguel Srur y Ernesto Salum, este último, el encargado de volver a juntar a todos y armar una estructura de auxilio económico.
Pero no le sirvió de mucho, porque en julio de 2015 el juez dispuso de una Concesión provisoria con el gerenciador Carlos Granero al frente de las decisiones, por seis meses, mientras se confeccionaba el pliego de licitación. En 2006, hubo un solo oferente, porque los “Notables” compraron pero no se presentaron para licitar, aduciendo irregularidades y nulidades en las condiciones, por lo que Granero y “Ateliers” ya eran formalmente los conductores de Talleres, con la inversión conjunta de Saint Etienne de Francia, un matrimonio que no duró mucho. El equipo transitaba en la B Nacional. En ese entonces, se había terminado de finiquitar el pasivo: 50 millones de pesos.
¿La primera venta de Talleres? A decir verdad, fue una rescisión anticipada de contrato, que dejó 18 mil dólares en el club: Darío “Vizcacha” González, a Pachuca de México. Como burla del destino, hoy el grupo mexicano dirige mediante el actual presidente Andrés Fassi, el proyecto de inversión en el club, aunque dejarían de hacerlo en enero. La segunda transferencia fue Facundo Erpen, a DC United, por 250 mil dólares, que incluso, algunos aducen que se cobró dos veces…
Granero no pudo sostener la estructura, le vendió a Carlos Ahumada en 2008 el paquete accionario y se inició la “guerra cultural”, por su accionar megalómano, declaraciones polémicas, embestidas judiciales y descenso al Argentino A. Ni Humberto Grondona como DT pudo torcer el rumbo institucional. Tale fue apartado por la Justicia por un viaje a México mostrando imparcialidad en pos de Fassi, por lo que la causa Talleres cayó en manos de Saúl Silvestre en 2009. Seguían las amenazas de remate. Pero el “Pali”, como lo conocen en los pasillos de tribunales, tenía otros planes. El predio de las 24 hectáreas, la joya del club, estuvo a punto de ser rematada. En ese entonces ya figuraban en el fideicomiso Daniel Ruffener y Gustavo Eluani. Ninguno sobrevivió del primer triunvirato.
Silvestre primero aceptó esa transición del fideicomiso con aportes de la “Fundación Azul y Blanco”, con Fassi y Pachuca rondando cerca, y después le entregó las llaves del club al “Fondo de Inversión”, con Rodrigo Escribano como titular, y aportantes del mismo árbol genealógico que la fundación: Ernesto Salum, Alberto Escalante, Roggio y Hugo Bertinetti. Era 2010.
Todo esto va resumido: en 2014 hubo elecciones, la quiebra se fue pagando con créditos que devolvió el empresario Jorge Petrone por derechos de TV que le fueron cedidos en garantía, la quita legal de la ley más las ventas de Javier Pastore y Rodrigo Pavón. Las elecciones proclamaron a Fassi y hoy el club milita en Primera División y dos ascensos en 18 meses. No figura en el “Veraz” de AFA, y solo tiene pasivos laborales que resolver.
Belgrano hizo camino al andar
Silvestre siempre dijo que la quiebra de Belgrano era muy difícil de resolver, porque comparado con Talleres, no tenía activos. Quebró en la segunda gestión de Gregorio “Chichín” Ledesma, el 18 de septiembre de 2001. De hecho, el primer recurso del fideicomiso compuesto por Fabián Barberá, Marcelo Badra y José Rufail, decreto a cargo de la magistrada Beatriz Mansilla de Mosquera, de la 7° Nominación, fue a venta de Esteban González, hace un mes DT del club, a Gimnasia de La Plata en 600 mil pesos, antes de la quiebra. Y después, de Rubén Gómez al Metalurg Donetsk de Ucrania, en 450 mil dólares. El pasivo del celeste alcanzaba los 20 millones de pesos y nunca tuvo riesgos de liquidación de algún activo.
El primer gerenciador fue en 2002 Norberto Castaños, con “Córdoba Celeste”, teniendo como colaboradores directos a Luis Manzanares, Carlos Bustos, Fernando Cáceres y Pablo Reyna. Al año Castaños es desplazado por sus propios socios, quedando Manzanares a la cabeza, aunque a 2005 aparece Armando Pérez para adquirir las acciones de la gerenciadora en un millón y medio de dólares. Ya la quiebra era manejada por Saúl Silvestre después de que Mansilla de Mosquera fuera promovida a la Cámara de Apelaciones del TSJ.
Y en el camino de Pérez llegaron ventas a Europa, con dos ascensos, el inolvidable ante River en 2011, y con proceso de saneamiento en ese mismo año, para convertirse en presidente en dos períodos hasta la actualidad. Inobjetable gestión. En abril está previsto la renovación de autoridades, el estatuto no le permite a Pérez poder aspirar a un nuevo mandato, pero seguro seguirá de cerca con el candidato del oficialismo, mientras el opositor Santiago Montoya busca presentarse en las elecciones, después de dos intentos frustrados, junto a un ídolo del “Pirata” como Luis “Chiche” Sosa.
Sin quiebra
De esta manera se puede resumir gran parte de las quiebras de los equipos cordobeses de mayor convocatoria y popularidad, que hoy representan a la provincia en la máxima elite nacional. Ampliaremos en otros apuntes la relación magistrado-gerenciadores-fideicomiso-socios para otro momento. Dos páginas de Word resultan imposibles y escasas pensando en graficar los momentos álgidos y las posiciones en las quiebra de ambos, cambiando para siempre la idiosincrasia de los clubes.