Por Yanina Passero
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La UTA Nacional le soltó la mano a Ricardo Salerno. El protegido. La noticia cayó como un balde de agua helada al mandamás de los chóferes de Córdoba. Jamás pensó que el padrinazgo recibido se agotaría al primer atisbo de autonomía de quien había sido un buen discípulo.
Salerno avaló el paro ridículo de los chóferes de Ersa. Son un ejemplo de superación los motivos esgrimidos para dejar a pie a un tercio de los pasajeros del sistema. Los trabajadores habían apelado a la herramienta sindical extrema porque la empresa trasladó la punta de línea a un nuevo predio.
La compañía no adeudaba salarios, tampoco incumplió con sus responsabilidades patronales. En síntesis, el cambio de locación apenas ameritaba el debate con los delegados en una cómoda oficina.
Está en el ADN de la UTA, y probablemente de todos los sindicatos, su dote para la sobreactuación. Detrás de la escena, aparecen los recurrentes elementos de utilería que pretenden sostener la performance: Salerno complementó el argumento inicial que comenzó a caerse a pedazos con el correr la mañana de ayer. La lista de reclamos abrió con la falta de frecuencia de los coches, siguió con las suspensiones preventivas por siniestros y terminó con las carpetas médicas que la empresa no reconoce.
Olfateaba que era la oportunidad de recuperar la iniciativa en un nuevo bastión de la política interna gremial. El gerenciamiento de los corredores de Autobuses Santa Fe por parte de Ersa potenciaría el poder de fuego de la UTA. Claro, un golpe de mala suerte (y todo parecía indicar que así sucedería) podía volver en su contra aquella panacea en un gremio orgánico y desatar la anarquía contenida gracias al monitoreo nacional de Roberto Fernández, quien lo salvó de la treta armada por sus opositores hace unos meses.
El rival de Alfredo Peñaloza se hizo el guapo con su prédica antimonopólica, a tono con el temor por la revuelta mayor que podía generar en una Ersa “ampliada”. ¿Buscó auxilio en las autoridades municipales al entregarle una pequeña muestra gratis de las consecuencias de la desaparición de la tercera pata de la mesa? ¿Salerno, entre líneas, quiso aplaudir en sordinas la decisión original de los funcionarios municipales de dividir el sistema en tres tercios?
Cabe recordar que los responsables de la reingeniería dividieron en tercios los recorridos en función de los pasajeros transportados por kilómetro. De esta manera, se compensaban los corredores deficitarios y, lo más positivo, que si había un conflicto gremial en alguna de las tres empresas, al menos más del 60 por ciento de los usuarios quedaban resguardados de la medida de fuerza.
Con la lupa de Salerno -y de todos aquellos con poder de decisión gremial- puesta sobre Ersa los augurios no pueden ser buenos. Si la distribución del servicio amortiguaba los efectos de las asambleas rotativas o paro en una empresa, al reducirse el esquema una deliberación de delegados se transformará en un paro total.
Entonces, si no avaló antes medidas ridículas de sus chóferes ¿por qué lo hizo ayer? Los pasajeros sufrieron y padecerán hoy la falta de servicio por su manotazo de ahogado.
El secretario del Interior de UTA nacional, Jorge Kiener, hizo la misma lectura. El secretario general de la filial local quebró el pacto, les dio de probar la sangre a los delegados y chóferes siempre listos para el conflicto y la central obrera no perdonó el acto personalísimo de Salerno.
Creían que era distinto y quería imprimirle orden a la libanizada UTA Córdoba.
“Fue un largo proceso. Las rencillas internas terminan en paros que a veces no tienen nada que ver con los trabajadores y los usuarios quedan sin transporte”, explicó Jorge Kiener, secretario interior del gremio.
La UTA Nacional resolvió cortar por lo sano, pese a que la normalización del sindicato implicará ponerlo patas para arriba.
Salerno no asumió la destitución y mostró los dientes: “Son los trabajadores los que van a decidir, yo he sido elegido por votos”.
Declaró la guerra abierta. Ratificó el paro de Ersa para hoy y buscará rodearse de apoyo. Un osado si se tiene en cuenta que casi el 50 por ciento del sindicato y varios miembros de la cúpula sindical lo quieren afuera.
Marchará hoy hacia el Ministerio de Trabajo. La respuesta de la UTA Nacional a la afrenta se verá hoy, en un desenlace que hace presumir que los usuarios del transporte serán los rehenes de una lucha que es ajena.
Conciliación obligatoria
El ministro de Trabajo de la Provincia, Omar Sereno, dictó la conciliación obligatoria. Convocó a la empresa y al gremio a continuar las tentativas en la sede de la cartera laboral. Se espera que los choferes acaten la medida y retomen la prestación del servicio.