Curiosidad sin pestañas

“Morirse cambia la vida”, la novela póstuma de Jorge Camarasa que será presentada el jueves a las 19 en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, narra la odisea de un hombre enfrascado en una investigación que lo obsesiona, con los precarios recursos de la era predigital.

Por J.C. Maraddón
jcmaraddon@diarioalfil.com.ar

ilustra mano con ficheroHubo un momento en que la investigación periodística se concentró en una serie de trucos puestos a disposición de los usuarios por las nuevas tecnologías. Para la televisión, todo pareció empezar a provenir de cámaras ocultas, de cámaras de seguridad, de cámaras de celulares, de filmaciones que, al ser ampliadas, ponían a la luz detalles ocultos, al estilo de “Blow Up”. Un perverso juego en el que los espectadores fuimos invitados a una puesta en escena que pretendía mostrarnos una verdad escondida. Esta técnica, que marcó una época y terminó con la caída de funcionarios varios, sigue siendo utilizada con idéntica finalidad.
En los medios gráficos, en cambio, todo parte de filtraciones de datos. O bien son agentes que desertan y revelan secretos escandalosos, o se trata de hackers que ingresan en bases de datos comprometedoras y que luego negocian esa información para vendérsela al mejor postor. El trabajo de la prensa será luego decodificar esas planillas para presentarlas ante el público como prueba de manejos económicos turbios de celebridades del deporte, del espectáculo y, sobre todo, de la política. Esas revelaciones han hecho tambalear imperios y han sido reivindicadas como un ejemplo de la vigencia de la libertad de expresión en el siglo veintiuno.
Sin embargo, antes de que estos dispositivos actuales condicionaran nuestra vida y el ejercicio de nuestra profesión como lo están haciendo, las técnicas de la investigación periodística tenían otra épica y se parecían mucho más a las de los legendarios detectives privados. Había que realizar búsquedas en archivos que distaban mucho de estar digitalizados. Y había que rastrear testimonios, para anotarlos en una libretita o grabarlos en un casete. La escasez de recursos obligaba a redoblar el esfuerzo y a estirar los tiempos hasta conseguir todos los elementos necesarios para escribir un artículo meritorio.
Los métodos actuales y los precedentes son tan distintos que no admiten comparación. No es que uno sea mejor y el otro, peor. Son diferentes. Y para entender en cuánto difieren uno del otro, vale la pena refrescar el recuerdo de cómo se hacían las cosas antes de internet, antes de las redes sociales y antes de los Wikileaks. Y de eso trata, precisamente, “Morirse cambia la vida”, la novela póstuma de Jorge Camarasa, quien -además de practicar otros géneros narrativos y periodísticos- consagró gran parte de su vida a la investigación, sobre todo vinculada a la presencia de jerarcas nazis en la Argentina.
Fanático del policial negro, Camarasa (quien se de-sempeñaba como columnista de Alfil cuando falleció, en marzo de 2015) unió en esta historia su pasión por esa veta literaria y su vocación por el periodismo de investigación, a través de un alter ego que recibe de manera anónima un aviso fúnebre con su propio nombre. Ese imprevisto despertará en Ramiro Cifuentes una curiosidad que deberá ser saciada a través de la búsqueda de mayor información sobre el occiso. Al acompañarlo en su reconstrucción de la biografía de su homónimo, los lectores más jóvenes podrán comprender lo que costaba armar este tipo de rompecabezas en la era predigital.
Situada en el contexto de los años de plomo en la Argentina, “Morirse cambia la vida” nos enseña, además, de qué manera un gran lector pone su empeño para transformarse en un excelente narrador, más allá de que la mayor parte de su obra se haya focalizado en la historia contemporánea argentina. Con edición del sello Raíz de Dos, la novela será presentada el jueves a las 19 en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, Avda. Hipólito Yrigoyen 490. De la lectura del libro, quizás algunos puedan extraer como conclusión que, para aclarar ciertos misterios, a veces no alcanza con abrir nuevas pestañas en el Google Chrome.