Como era previsible, al pronunciarse sobre la controversia que generó el anuncio de la firma Uber, que definió como “inminente” su desembarco en el país, funcionarios locales se posicionaron rápidamente a favor del mantenimiento del statu quo en materia de transporte. Más allá de alegar la circunstancia obvia de que la modalidad no está contemplada en la normativa local, rechazaron la posibilidad de que la aplicación para dispositivos móviles se use dentro de la jurisdicción.
Las declaraciones, además de su clara intención de evitar posibles costos políticos, podría resumirse, básicamente, en una máxima: todo lo que no está regulado está prohibido o puede prohibirse.
Posturas así sólo contemplan intereses corporativos y dejan de lado los de los potenciales usuarios, que quedan reducidos a meros rehenes de prestadores deficientes y no son considerados como actores de peso en la toma de decisiones que los afectarán.
Pese a que la defensa de los derechos de los ciudadanos y su intención de “cuidarlos” suele ser uno de los “caballitos de batalla” de la clase dirigente, los funcionarios no mencionan, tal vez por desconocimiento o por razones ideológicas, la importancia que tiene la novedad del inicio de las operaciones de Uber en el plano de la libertad de elección de las personas y, en especial, en el de la calidad de los servicios a los que acceden.
Tampoco abordan un aspecto clave en la cuestión: la cantidad de nuevas fuentes de trabajo que podrían generarse en el sector privado, en un área en la que todas las ciudades tienen deficiencias.
A horas del comunicado de Uber, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires 10 mil personas se anotaron para interiorizarse sobre los requisitos para ser choferes y en una encuesta que lanzó el diario on line Infobae, casi el 80% de los lectores manifestaron estar de acuerdo con la implementación de la modalidad en la Argentina.
Si bien pensar y reaccionar dentro de los cánones social y culturalmente establecidos es más simple y, sobre todo, seguro, llama la atención que a la hora de opinar sobre un asunto que se relaciona con las implicancias del inevitable avance tecnológico y sus consecuencias en la sociedad, se pase por alto el elevado nivel de aceptación que propuestas como la de Uber tuvieron en las ciudades en las cuales se implementó.
Hay pocos estudios sobre el impacto de Uber y otras plataformas en el sistema de movilidad urbana, por su escaso tiempo de vigencia, pero son interesantes las conclusiones del relevamiento que hizo Robert Cervero, investigador de la Universidad de Berkeley y respetado por la comunidad académica del transporte a nivel mundial.
Basándose en 380 encuestas realizadas a usuarios de tres compañías (Uber, Lyft y Sidecar), Cervero analizó la influencia de ese tipo de servicios en el área de San Francisco, comparándolas con relevamientos previos entre usuarios de taxis tradicionales.
Entre los resultados más relevantes del trabajo cabe destacar que los servicios de automóvil de alquiler basados en plataformas tecnológicas satisfacen la demanda latente de quienes buscan una prestación puerta a puerta sin tener que recurrir a su propio rodado, motivados, sobre todo, por la escasez de estacionamiento y la poca disponibilidad de una oferta atractiva de transporte público. Otras razones que esgrimieron los usuarios fueron la facilidad de pago, la brevedad de la espera y la rapidez de viaje. En tanto, ni la seguridad ni el confort aparecieron como preocupaciones de los clientes.
Actualmente, en San Francisco hay 2.000 taxis y Uber cuenta con 16.000 choferes y se calcula que la polémica start up californiana tiene con cerca de medio millón de conductores en Estados Unidos. Así, se está convirtiendo en un gran empleador de personas a tiempo parcial en las ciudades donde opera.
Teniendo a la vista esos datos y muchos otros que cualquier funcionario podría consultar, parece al menos apresurado anunciar que la decisión será prohibir, ya que el sentido común indica que sería más fructífero abrir el debate, con el objetivo de determinar si Uber aportará o no al sector del transporte privado y, por qué no, a fin de generar oportunidades para rediseñar su regulación e integrar a nuevos actores.
La posibilidad de que una tecnología aceptada por los potenciales consumidores sea prohibida de plano pone de manifiesto la incapacidad institucional para evolucionar e integrar a nuevos competidores. También revela la poca predisposición de las comunas para tomar en cuenta las necesidades reales de la gente que debe moverse diariamente en ciudades con servicios de transporte deficientes.
Si bien los taxistas ponen el grito en el cielo por lo que, según estiman, es una competencia desleal, su reclamo no puede acallar la voluntad de los individuos ni cercenar su libertad de elección. Es bueno recordar que para quienes opten por Uber –si el Estado lo permite- terminarían los “paseos” (la ruta se acuerda y se garantiza vía GPS) y la necesidad de contar con dinero en efectivo, algo que podría, a la vez, contribuir con la problemática de la seguridad de los pasajeros, un argumento al que acuden gremialistas y políticos sin mayores precisiones.
El tiempo dirá si anuncios como los citados son decisiones tomadas o si se trata de discursos estratégicos para aumentar el poder de negociación estatal.
Concejal Negri sobre Uber: “No podemos permitir que haya privilegios”
Tras la polémica levantada por el anuncio de la empresa Uber sobre su desembarco en Argentina, el concejal radical Juan Negri se expresó al respecto, asegurando que “estos servicios deben estar regulados por el Municipio. No podemos permitir que haya privilegios para unos, y para otros todo el peso de la ley”.
Además, el concejal precisó que “la llegada de estas empresas a países como el nuestro nos debe hacer reflexionar sobre la calidad y los costos del servicio que prestan tanto taxis como remises y preguntarnos el por qué aparecen estas ofertas. No podemos ni debemos dar la espalda a las nuevas tecnologías o a nuevos servicios ya que muchas ciudades del mundo van en esa dirección.”
Además, Negri agregó, “la competencia tiene que ser sana, pareja. Ante la posibilidad del desembarco de Uber deberíamos discutir previamente su regulación para que no haya competencia desleal. Y por otro lado, debemos trabajar para que tanto Taxis y Remises cumplan con las exigencias de la ordenanza que los regula”.
Negri concluyo afirmando que “tenemos que discutir de manera profunda este tipo de situaciones y no postergar el debate, ya que se van a ir dando con mayor frecuencia debido a la demanda creciente de los usuarios”.