El error como táctica

Una de las grandes banderas de Mauricio Macri durante su campaña electoral ha sido la de instalar una suerte de cultura del diálogo. La conversación como sistema para dirimir los diferendos

Gonzalo Neidal
gonzalo.neidal@gmail.com

Una de las grandes banderas de Mauricio Macri durante su campaña electoral ha sido la de instalar una suerte de cultura del diálogo.Una de las grandes banderas de Mauricio Macri durante su campaña electoral ha sido la de instalar una suerte de cultura del diálogo. La conversación como sistema para dirimir los diferendos. El intercambio de ideas como método para suprimir la confrontación.

Claro que escuchar a todos, conversar sobre las diferencias con cada sector, partido, gremio o dirigente, no quiere decir necesariamente concederle la razón o dejar de hacer lo que el gobierno propone, o morigerar la medida que se piensa tomar y que pudiera ser objetada.

Es un dato nuevo en la política argentina escuchar a funcionarios del gobierno nacional decir “hemos cometido un error” o bien “nos hemos equivocado”. Al gobierno le gusta explorar esta veta. Quizá perciba que la gente (el pueblo, los votantes, los observadores de la política) valoran esta capacidad de rectificación, que excluye la soberbia y abdica de la pretensión de infalibilidad a que nos tenía acostumbrados la anterior presidenta, con sus devaneos regios.

Macri se muestra falible, incurso en errores y, sobre todo, se muestra dispuesto a aceptar esa aptitud para el tropiezo sin por ello sentir menoscabo a su investidura y a su condición de jefe político. Y parece hacer de esto –sus errores- una vía para convocar adhesiones o soldar las ya existentes.

Primero fue con los nombramientos para la Corte Suprema. Fueron postulados como candidatos a ministros del máximo tribunal dos personalidades inobjetables del derecho pero fue censurado el método, que si bien caminaba al borde de lo legal, no participaba del estilo negociador prometido por el presidente. La resolución se pospuso y ya se negocia para conseguir las mayorías necesarias.

Esta semana ocurrió algo similar con el traspaso de la Policía Federal a la Ciudad de Buenos Aires, antigua aspiración del macrismo. Como prescribe la Constitución Nacional, el pase debía realizarse con los recursos. Y fue lo que hizo el gobierno nacional aunque con una picardía: cedió fondos que superaban ampliamente los que resultaban adecuados para el sostenimiento de la policía. En forma inmediata surgieron las objeciones de los gobernadores peronistas que imputaban un trato preferencial a la CABA por parte del gobierno nacional.

La rectificación fue inmediata y con énfasis contundentes: “no transferiremos ni un solo peso más de los que correspondan para el sostenimiento de la Policía”, dijo Rogelio Frigerio.

¿Fue imprevisión? ¿Fue un intento que salió mal? ¿Un error de cálculo? Todo es verosímil. Pero no hay que perder de vista la posibilidad de que el gobierno encuentre rentable exhibir, como un mérito que cree valorable, esta capacidad de rectificación de la que parece sentirse orgulloso.

Ante los dirigentes de la oposición, la rectificación suma al haber del gobierno. “No olviden que volvimos para atrás la transferencia de recursos a la CABA”, puede esgrimir el gobierno en futuras negociaciones con los gobernadores, al momento de pedir algo a cambio.

Si es una táctica deliberada, es probable que se agote en corto tiempo. Veremos.