“Los peronistas de Córdoba somos republicanos”. Con esta frase, José Manuel de la Sota definió la diferencia central que mantiene con el kirchnerismo. La batalla por el partido justicialista nacional parece haber comenzado durante la noche del domingo y promete darse en todos los terrenos.
Luego de la primera vuelta electoral, los dos referentes principales de UNA mantuvieron un encuentro en nuestra provincia donde definieron las líneas estratégicas básicas de la etapa que se iniciaba. El primer pronóstico en el que coincidieron acaba de cumplirse: la derrota del Frente para la Victoria. Sobre esa suposición edificaron el edificio conceptual dentro del cual se desplegará el accionar político de la alianza.
De la Sota parece ser el hombre elegido para encabezar la ofensiva en el frente partidario. Dentro de UNA valoran su experiencia, es uno de los únicos sobrevivientes de la “generación 83, y su conocimiento de la flora y fauna peronista en todo el país. Recorrer el espinel de la dirigencia es una tarea para expertos en un escenario caótico como en el que parece se desarrollará la vida interna del justicialismo nacional.
Además de estas características personales, el mandatario saliente tiene otra ventaja comparativa a partir de una excepcionalidad que arrojan los resultados de la elección del domingo pasado. Si bien el PJ mantiene la conducción de la mayoría de los distritos, Córdoba es la única provincia de las consideradas “grandes” que tiene un gobernador peronista. La derrota de Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires sumió al peronismo en una realidad desconocida desde 1987. Tardará en asumirse oposición en la circunscripción electoral del país.
En el norte argentino, otra plaza fuerte de peronismo, la mayoría de los gobernadores siguen perteneciendo a la gran familia peronista pero han tenido retrocesos. La conflictiva elección de Tucumán y la derrota histórica en Jujuy han debilitado a los dirigentes meridionales. Además, De la Sota estableció diferencias de corte ideológico con ese modelo partidario y de gobierno. “Constituyen verdaderos feudos” dijo el cordobés refiriéndose las gestiones provinciales de esa región.
También definió al kirchnerismo como el enemigo a derrotar en el ring partidario que se avecina. Lo hizo recordando, por un lado, el hostigamiento sufrido por Unión por Córdoba en los últimos años. Según el diagnóstico del mandatario, el Frente para la Victoria vertebró una alternativa por fuera del peronismo oficial cordobés con el objetivo explícito de perjudicarlo en las últimas elecciones a gobernador. “El kirchnerismo intentó que a este peronismo republicano y democrático que humildemente representamos no le fuera bien” dijo en referencia a los comicios que consagraron a Juan Schiaretti.
Por otro lado, el gobernador saliente avanzó hacia un encuadramiento ideológico del peronismo futuro. La idea de establecer límites a la laxitud programática tradicional del movimiento justicialista no deja de ser una innovación importante. “Queremos que el partido sus contenidos. No podemos pasar del menemismo al kirchnerismo dentro de la misma fuerza política. El peronismo debe ser una fuerza socialcristiana de centro, responsable del cambio social y respetuosa del federalismo y el republicanismo” dijo De la Sota en una inusual caracterización.
“Queremos que vuelva la república y la libertad”, agregó y ante una consulta sobre declaraciones de Kunkel sobre la reconstrucción partidaria afirmó: “La verdad es que difícilmente tengamos un punto de contacto después de ver las cosas que le hemos visto hacer. Ha sido uno de los artífices de la deformación del justicialismo de manos del kirchnerismo”. Para concluir, De la Sota consideró que “aquí no ha perdido el peronismo, sino que perdieron los usurpadores, son los que se apoderaron del peronismo”. Estas definiciones parecen augurar una pelea larga y compleja donde pueden variar las alianzas. Por ahora, lo único definido parece ser el adversario.