[dc]E[/dc]l Consejo Superior abrió ayer lo que se vislumbra como la discusión universitaria más prometedora del año. En comisión de Vigilancia y Reglamento, los consiliarios escucharon la presentación de los informes que evalúan los dos proyectos de creación de dos nuevas facultades: Comunicación y Ciencias Sociales.
Para ello, concurrieron al Consejo algunos universitarios que ya no forman parte del Consejo. Se trata de quienes conformaron la comisión ad-hoc que elaboró sendos informes. La presentación estuvo a cargo de dos exdecanas que coordinaron la elaboración de los informes: Ana Yukelson, extitular de la Facultad de Artes (última unidad académica creada en la UNC, a fines del 2011), y Esther Galina, quien fuera vicedecana de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física durante la gestión del actual Rector y que posteriormente se hizo cargo de reemplazarlo. Pura estirpe tamaritista para defender los intereses rectorales. Yukelson y Galina se ocuparon describir las principales partes de cada informe, acentuando las pretendidas virtudes que le sumaría a la UNC esta nueva subdivisión de reparticiones. Sucede que, en ambos casos, los proyectos no tienen como principal objetivo abarcar nuevas disciplinas, si no que pretenden otorgar el rango de facultad a dos escuelas que hoy dependen de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.
En el caso de la Facultad de Comunicación, se crearía a partir de la actual Escuela de Ciencias de la Información (ECI), manteniendo sus actuales carreras, estructura y visión institucional.
En cuando a la Facultad de Ciencias Sociales, sería creada a partir de la unificación de la Escuela de Trabajo Social con dos institutos que hoy dependen del Rectorado: el Centro de Estudios Avanzados y el Instituto de Investigación y Formación en Administración Pública.
Según se desprende del informe presentado ayer, una de las principales diferencias entre la situación actual de las escuelas y las potenciales facultades sería el incremento del gasto en sueldos de cargos políticos.
Según estima la propia conducción de la ECI, necesitaría una suma extra de casi 700 mil pesos por año, calculado con los sueldos de comienzos del 2014. Tras los dos últimos ajustes salariales, la cifra superaría cómodamente el millón de pesos, invertidos en su totalidad en cargos políticos. En el caso de Ciencias Sociales, la cifra actualizada rondaría 1,5 millones de pesos.
En el caso de una Universidad con incontables discusiones sobre las necesidades presupuestarias (para sueldos docentes, arreglos edilicios, materiales para las clases, etc), destinar esos montos a estructuras políticas de dudosa necesitad o urgencia plantean un dilema para los consiliarios.
La otra diferencia también se relaciona a la política. De concretarse la creación de las dos nuevas facultades, estas pasarán a contar con 19 votos cada una en la Asamblea Universitaria, ámbito donde se elige (y destituye) a los rectores y se realizan modificaciones al estatuto de la Universidad. Un botín más que apetitoso para todo dirigente universitario con expectativas.
El actual oficialismo se inclinaría por acompañar nuevamente a Francisco Tamarit como candidato al Rectorado, quien ha exhibido capacidad de amalgamar sectores usualmente antagonistas. El exdecano Irico, defensor a ultranza del cupo de ingreso a la carrera de Medicina votó a Tamarit con el mismo entusiasmo que los estudiantes de la izquierda independiente, principales opositores a dicha medida.
Sin embargo, dicha heterogeneidad no fue gratuita para Tamarit. El Rector tuvo que navegar en aguas turbulentas cada vez que alguno de sus socios disputaba con otro. El equilibrio permanente limitó la posibilidad de que concretase algún tipo de cambio significativo a la UNC, o le hizo pagar un alto costo en el proceso.
Contar con nuevos consejeros que le tributen con mayor devoción, como sucedería con los de las nuevas facultades, le daría la capacidad de negociar con más holgura su sucesión. El costo de convencer a sus aliados disminuiría, al contar con una tropa propia más nutrida.
En la reunión de ayer, distintos consiliarios esgrimieron dudas sobre los datos vertidos en el informe. Una de las docentes, por ejemplo, señaló inconsistencias dentro del mismo texto, como distintas secciones que no coincidían en la cantidad total de docentes de la ECI.
Por otra parte, se mencionó el incumplimiento que la misma Escuela habría tenido con respecto a los concursos docentes. El informe presentado ayer data de mediados del año pasado, y en él la ECI se comprometía a llegar a tener la mitad de su planta docente concursada el año pasado.
Sin embargo, no habría alcanzado siquiera el 40 por ciento de los mismos. Esta discusión promete ser la principal disputa universitaria en lo que resta del año. Desde el Rectorado insinúan querer aplicarle la mayor premura posible, corridos por los tiempos electorales para la reelección de Tamarit.