[dc]D[/dc]esde fines del 2014 el Gobierno alineó los instrumentos de política económica con el objetivo de salir de la recesión, bajar la tasa de inflación y mantener bajo control la brecha cambiaria. Un reordenamiento clave para un año electoral.
El esquema –según el economista del Ieral Gustavo Reyes- alcanzó “modestos” resultados de corto plazo, tanto en el plano del nivel de actividad como de cierta desaceleración en el ritmo de aumento de los precios; mientras que, en el frente cambiario, la suba del paralelo muestra las fisuras del plan, pese al abastecimiento de divisas a través del “dólar ahorro”
A su entender hay daños colaterales que tienen que ver con el agravamiento de los desequilibrios macroeconómicos, tanto en el plano fiscal como externo, que forman parte de la herencia que recibirá la próxima administración. Al mismo tiempo, la inundación de pesos en el mercado por parte del Banco Central alimenta el proceso de dolarización, dado el contexto de marcado deterioro del escenario internacional
Reyes plantea que para mejorar el nivel de actividad la aceleración de la política fiscal, monetaria y salarial fue muy fuerte en el primer semestre de 2014, con la excepción del poder adquisitivo de los salarios que también crece pero recién a partir del segundo trimestre (luego de las primeras paritarias).
Los efectos fueron heterogéneos: los indicadores de consumo mejoraron levemente, en la industria se revirtió la fuerte caída que registraba en 2014 y en la construcción, tanto los indicadores privados como oficiales mostraron un importante repunte. En promedio, la economía en su conjunto comenzó a recuperarse luego de caer dos semestres consecutivos con respecto al período anterior. Pero aún no se alcanzan los niveles previos al proceso recesivo y a julio, el nivel de actividad promedio solamente alcanza los niveles de principios del año 2012.
Para bajar la inflación, el Gobierno (a través del Central) volvió a utilizar el clásico instrumento de anclaje cambiario para atemperar el proceso inflacionario y lo hizo reduciendo drásticamente la devaluación mensual a casi la mitad de la inflación. De esta forma, la inflación comenzó a bajar desde el 40% anual de fines del 2014 a niveles cercanos al 26%. Así y todo Argentina es el cuarto país con mayores tasas de inflación del mundo.
El lado oscuro del relativo éxito en estos dos objetivos fue que se profundizaron fuertemente los desequilibrios macroeconómicos de Argentina: el anclaje del tipo de cambio si bien claramente ayudó a desacelerar el problema inflacionario, profundizó fuertemente el atraso cambiario y el desequilibrio de las cuentas externas.
El impulso de la política fiscal por un lado ayudó a mejorar el nivel de actividad económica, pero por otro lado profundizó el desequilibrio en las cuentas fiscales y espiralizó la emisión monetaria del Banco Central para financiar al Tesoro Nacional.
La mayor emisión sumada al cambio de política de la entidad monetaria de frenar el ritmo de esterilización de los pesos, aceleró fuertemente el crecimiento de la emisión monetaria, inundando de pesos al mercado financiero y continuó debilitando la dinámica patrimonial de la entidad monetaria.
Para evitar la fuerte suba del dólar paralelo, el Gobierno apeló a la venta de dólares ahorro, pero no logró el objetivo. El fuerte y creciente deterioro del escenario internacional sumado a la profundización de los desequilibrios macro y a la inundación de pesos del Banco Central realimentaron el proceso de dolarización de la economía (fuerte desaceleración en el crecimiento de los plazos fijos en pesos en un contexto de mayor emisión monetaria).
De esta forma, se recalentó nuevamente el mercado cambiario y la herramienta de venta de dólares ahorro fue claramente insuficiente. A corto plazo, el Central aún tiene el instrumento de volver a profundizar la esterilización de pesos y subir las tasas de interés para calmar al mercado cambiario aunque claramente esto perjudica el primero de los objetivos (reactivar la actividad económica).
De todos modos, Reyes no espera que las tensiones cambiarias no cedan demasiado dado que ninguno de los factores antes mencionados probablemente mejore en el corto plazo mientras que la incertidumbre propia del proceso eleccionario tampoco pareciera ayudar a estabilizar la situación.