[dc]E[/dc]l caudal electoral que consiguió José Manuel de la Sota en las PASO está en el centro de la disputa política. Mientras el gobernador no se cansa de gritar a los cuatro vientos que honrará el Pacto de Palermo e instará a su electorado a votar por Sergio Massa, los otros dos presidenciables –Daniel Scioli y Mauricio Macri- intentan por todos los medios erosionar este botín y hacerse con un puñado de votos de cara a octubre.
Luego de años en que la provincia sufrió el destrato de la Casa Rosada, los funcionarios K paladar negro se empeñan ahora en señalar las similitudes que hay entre uno y otro gobierno. Hace unos años hubiera sido impensado que los defensores del proyecto nacional y popular buscaran una remota identificación con el gobierno de De la Sota. No obstante, siempre es fácil encontrar coincidencias entre peronistas, precisamente porque son peronistas.
Este argumento tautológico que atraviesa la idiosincrasia política del PJ desde la célebre frase que acuñara Juan Domingo Perón –“Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”,- es ahora el principal recurso del oficialismo nacional para “raspar” la media docena de puntos que cosechó el domingo pasado De la Sota.
El Jefe de Gabinete de la Nación, Aníbal Fernández, avezado conocedor de este tipo de citas y otras tanta de Arturo Jauretche, tomó nota de este axioma de lealtad peronista y lo actualizó. En su verborrágica conferencia matinal, el multitasking funcionario K disparó una de sus tantas picardías. “El espacio de De la Sota es afín a Schiaretti, y siendo afín a Schiaretti es más afín a nosotros mismos que al grupo de Massa. Algunos de Massa y otros de Cambiemos son más afines a nosotros”, resumió linealmente con la brillantez que lo caracteriza. Se trata en todo caso de una afinidad genealógica.
El ahora candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por el FpV disparó dardos venenosos contra la sociedad que gobernó la provincia hace 16 años y lo hará por 4 más. Desde antes de las primarias, el tándem De la Sota-Schiaretti procuran vestirse de amianto para evitar estos arrebatos fogosos que se deprenden desde todas las latitudes políticas, pero que tienen como principal emisor al sciolizanninismo.
Cada vez que los líderes del peronismo provincial sufren este tipo de pellizcones verbales, raudamente salen a desmentirlos, vía medios tradicionales o redes sociales.
No es la primera vez que Fernández intenta sacar provecho de la figura de Schiaretti. El día posterior a ganar las provinciales, el Jefe de Gabinete también le dedicó algunos minutos de su discurso diario al actual gobernador.
En su tradicional encuentro con periodistas, que recuerda a los otrora brindara Carlos Corach durante el gobierno de Carlos Menem, Fernández esbozó las similitudes entre el kirchnerismo y Unión por Córdoba como una secuencia lógica sin reparar en las evidentes diferencias que distanciaron a ambas administraciones durante los último cuatro años.
Una forma de mostrar cercanía por asociación en la que viene trabajando el oficialismo nacional. En su spot antes de la PASO Scioli también procuró llevar adelante la misma táctica y apeló a la figura de Schiaretti, con quien afirmó que mantendrá un canal de diálogo.
A menos de una semana de haberse impuesto en las urnas bonaerenses, Fernández busca congraciarse con Scioli y actúa en consonancia con la estrategia que diseñó el hombre de Villa La Ñata para permear sobre el territorio cordobés: hacer un persaltum al gobernador y regar la simpatía del mandatario electo.
Ayer, circularon las versiones de que la presidenta habría llamado a Schiaretti para pedirle su apoyo de cara a las generales. Pero fuentes oficiales del gobernador electo desmintieron categóricamente esta comunicación.
Es factible que en caso de retener el oficialismo la Casa Rosada, una vía de comunicación Scioli-Schiaretti sea mucho más viable para la relación entre Nación y Provincia que la que mantuvieron Cristina Fernández y De la Sota. Además, en cada oportunidad que tiene a su alcance, el gobernador de Buenos Aires saca a relucir su condición de peronista, como la llave para lograr ingresar a la provincia.
A la luz de los flacos números que logró el FpV el domingo pasado en Córdoba, los operadores naranjas saben que no puede prescindir del peronismo cordobés si quieren superar a su inmediato competidor según la encuestas, Mauricio Macri o alcanzar los 45 puntos en octubre.
Es cierto que a partir del 10 de diciembre, si Scioli llega a la Casa Rosada intentará retomar el diálogo con la provincia. Mientras tanto buscará perforar el blindaje con el que parece custodiar De la Sota al armado del peronismo local.
Aunque sería necio pensar que ese caudal recabará directamente sobre Massa en octubre. Ganarse el favor de esta minoría es una empresa trascendental para Scioli si no quiere verse enfrentando al trauma del ballotage, del que puede dar cuenta su principal rival en Capital Federal.