Por Gabriel Osman
gosman@diarioalfil.com.ar

[dc]L[/dc]a sociedad política entre Luis Juez y Olga Riutort ha colmado toda capacidad de asombro. El estrépito que generó la presentación de esta alianza para los comicios municipales del 13 de septiembre tuvo el efecto buscado. “Voy a sorprender a todos”, prometió el senador nacional y cumplió. Después de esta temeridad se agotó la capacidad para esperar lo inesperable. Extremando el cinismo que encierra esta alianza, bien podría decirse que se trata de una gratificación en el otro extremo de un circuito armado con precisión de relojería: Riutort generó la causa eficiente (“cleptocracia”, en la boca del ex intendente) que ahora, con efecto diferido, el denunciante cancela al conferirle competitividad a las pretensiones de consorte despechada de plantarle un presente griego a José Manuel de la Sota. Un sainete de conventillo para La Docta.
“El que puede lo más, puede lo menos”, reza una sentencia jurídica. Con licencia, podemos extender la dura lógica del aforismo a toda la pirámide de la entente electoral para observar, como en un calidoscopio, las imágenes y simetrías más desopilantes. Aunque se trate de un disparate, la Justicia Electoral ha registrado el ensamble, así que debe tomarse por cierto éste y todas sus ulterioridades. Y esto sin mencionar un hipotético triunfo y posterior administración. No, sólo el hecho electoral. Algunos ejemplos.
La fórmula lleva en su lista de concejales nombres ubicables en una sola boleta sólo si se los coloca junto a la Biblia y el calefón, como recomendaría Discepolín. Por ejemplo, en el lugar 17º de la boleta figura el peronista Guillermo Kraisman, director de Servicios Públicos de la gestión nunca suficientemente vilipendiada (por Juez) de Germán Kammerath. Que en 2006, además, fue acorralado por el juecismo en el Concejo Deliberante hasta empujarlo fuera del recinto. Renunció antes porque el oficialismo de entonces tenía los dos tercios necesarios (21 bancas propias, más la de Juan Carlos Rabat) para expulsarlo del cuerpo. Hubo pretextos pero las razones fueron las incómodas críticas de Kraisman a la gestión municipal que costaron algunas renuncias.
El caso más recordado fue el del presidente de la Tamse Juan Pompillo Sartori, que Juez debió echar por efectuar compras de ropa personal que facturó a nombre de la empresa municipal que dirigía. La denuncia fue del entonces edil e incluía copias de las facturas de las compras efectuadas por el funcionario. Juez no tuvo más remedio que despedirlo por la contundencia de la denuncia. “Tiene que irse a su casa”, sentenció aquella vez. Ahora, la dupla Juez/Riutort ofrece a Kraisman como una de sus espadas en el Consejo, si el triunfo los acompaña.
Martín Aráoz, desde el séptimo lugar en la boleta, podría tener más suerte e ingresar al Concejo aún con una derrota de sus mentores. El periplo de este hombre con apellido propio en el peronismo –hijo y sobrino Julio César Aráoz y Gregorio Aráoz- es de corto recorrido. Pero aunque joven, se inició en el delasotismo, pasó por el llaryorismo (en las PASO de 2013 su ascendencia en la populosa seccional 11ª permitió que Llaryora hiciera en este circuito una gran elección), recaló en las huestes de Riutort y ahora es, voluntaria o compulsivamente, signatario de la entente. Pero antes estuvo en la mira de la verba inflamada de Juez cuando debió abandonar su cargo de Secretario de Transporte al quedar atrapado por incómodas cámaras ocultas del periodista, devenido ahora en político, Tomás Méndez. No hubo ni el más tímido atisbo de judicializar el caso pero su egreso de la función y del peronismo no fue precisamente heroico.
La terna de este verdadero dream team la completa Nando Fernández. Figura en el puesto 12º, por lo que llegaría a la banca sólo si Juez aterriza al Palacio 6 de Julio. En los primeros entreveros del período de sesiones que se inauguró en 2004, luego de asumir Juez el 10 de diciembre de 2003, el “Nando” debió dejar su banca y la presidencia del bloque del Partido Nuevo contra la Corrupción, por la Honestidad y la Transparencia, al constatarse, previa ante denuncia pública de la oposición, que Fernández cobraba dieta de concejal y, simultáneamente, el “Plan Jefas y Jefes de Hogar” para familias carenciadas. El ex edil fue reciclado de inmediato en el staff de Juez en el municipio (subsecretario de Gobierno), desde donde colaboró en el posterior proceso de eyección de Kraisman.
La boleta es una poción fantástica y una franca promesa de espectáculo para los próximo cuatro años, si la inefable dupla llega a triunfar el 13 de septiembre. Pero esa es otra historia.