Por Daniel Zen
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[dc]D[/dc]urante los últimos años sobrevoló en el peronismo cordobés una especie de teoría que oponía al delasotismo del schiarettismo, inclusive hasta colocarlo en términos de antípodas. Desde supuestos enconos personales hasta argumentos que hablaban de dos ideas de gestión y de política diametralmente opuestas.
Quien ha observado al PJ de aquí durante por lo menos los últimos 12 años, recordará frases que entonces eran recurrentes en la media y baja dirigencia de uno y otro palo: qué se detestan personalmente; que el de pelo más blanco quería borrar del mapa al contador; que la guerra territoriales interna era áspera y desgastante; que sus respectivas manos derechas libraban juegos perversos y peligrosos contra la otra facción (Riutort, Falo, Passerini, Nazario y etcéteras según el momento; Massei, Vigo, Testa); que había rencores juveniles marcados por diferencias en la militancia setentista…
Hoy, con los años puestos, con el diario de lunes en mano – como se dice cuando las cosas aclarecen -, es decir, en retrospectiva, no hay manera de eludir que todo ese castillo de suposiciones en buena medida se ha derrumbado: siendo gobernador electo, con su edad y con 41 mil kilómetros recorridos en auto en tres meses (aseguran quienes lo acompañaron), Schiaretti ha salido a militarle la cancha a De la Sota. Militar un sueño presidencial “ajeno”: difunde fotos en toda localidad provincial haciendo campaña para el 9 de agosto. De hecho, es el jefe de campaña en este territorio donde el que quiere sentarse en el sillón de Rivadavia no puede -para sus fines – perder con Mauricio Macri por dos motivos: primero porque si pierde cotizará menos a la hora de negociar posición con quien sea presidente; segundo porque a esta altura de las circunstancias una derrota con Macri en Córdoba será computada como derrota de todo el PJ local.
Schiaretti podría dedicarse a jugar al Ludo Matic, podría agarrar el Estanciero y evitar salir a fogonear el “De la Sota presidente”. Podría simplemente guardarse y esperar a que llegue la hora de ponerse la banda de nuevo, total ya ganó el 5 de julio. Por eso es que, más que obligado, parece haber elegido cumplir su parte del acuerdo con su viejo adversario interno, que en realidad, más que adversario, fue su sostén de relevo y prenda de unidad: porque queda claro que visto de adelante para atrás, el tándem De la Sota – Schiaretti gobierna la provincia desde hace 16 años, y serán 20.
Por supuesto que es innegable la existencia de diferencias. Hubo momentos de dirigencia bien caldeada, momento álgidos (en capital se observaba eso bien en detalle, es que las migas para repartir eran pocas porque en rigor de verdad, al tándem, esta circunscripción nunca le interesó demasiado salvo para evitar que Riutort llegase a ganar). Pero esas diferencias, hay que recalcar, tuvieron más que ver con los grupos de contención de cada uno. Pasa que el único que se rasca para afuera es el perro. Los demás, todos querían y por querer disputaron. Pero en la cúpula, o sea, entre De la Sota y Schiaretti, viene mediando un sigiloso pero absolutamente férreo acuerdo de mantención del poder intraperonista. Por más que hayan amagado, por más que hayan hecho creer que alguien podía crecer, mientras la edad vegetativa les ha permitido, han sido tándem (otra vez tándem, pero ¿qué mejor descripción para esta situación?). El resto, digamos, es política de recursos humanos para motivar: nada mejor que decirle a los “empleados” que pueden llegar para que trabajen. Los que se dieron cuenta de que no iban a llegar, se fueron: ahí se los ve a Juez y a Riutort, ahora juntos, a la par. Comentario al margen: ¿por qué los comunicadores hablan de incompatibilidad, si Riutort y Juez son en primer lugar peronistas y en segundo lugar, desinencias del poder del tándem? Nada más lógico que este matrimonio de conveniencias. Pero volvamos a la cuestión central de esta nota, para decir que, Llaryora, Passerini, Calvo no cuentan, no se fueron porque son de otra generación que heredada o no el poder gubernamental, pero casi seguro sí, el peronismo cordobés.
Raid
Nos centremos ahora en lo que certifica todas las consideraciones anteriores sobre el hecho de que Schiaretti está trabajando para De la Sota, cumpliendo con su parte del trato que podría incumplir sin verse demasiado perjudicado.
En las últimas semanas fueron unos 4 mil kilómetros los recorridos, vuelven a asegurar quienes lo acompañan. El lunes, el gobernador electo erigido en jefe de campaña, estuvo presentando al gobernador en mandato erigido en candidato presidencial. Estuvieron en Río Tercero y Jesús María. Ahora, el lunes y martes que viene el itinerario será Villa Dolores, Alta Gracias, San Francisco (se supone que allí irá Llaryora) y Villa María. En todos los casos, se parece que se ha buscado ampliar el auditorio y no centrarse solamente en la dirigencia. Por ese motivo -señalan los encargados de la logística proselitista- que se ha venido invitando a instituciones del tercer sector (diversas ONG´s y cooperativas), cámaras empresariales y gremios.
Todo termina el jueves 30. Y se presume un acto de cierre de esos cinematográficos como también le gusta al poder nacional. Pero a eso lo detallaremos en la columna de la semana que viene porque el peronismo cordobés intentará captar las cámaras nacionales con algunos artilugios. Esas cámaras que son las más difíciles, las más ajenas teniendo en cuenta que el resto de los candidatos son de Buenos Aires.