Por Ignacio Labaqui
Politólogo
Docente e investigador en el Programa de Estudios para América latina, Universidad Católica Argentina (UCA).
[dc]Al momento de escribir esta nota no es claro quien ha sido el ganador de las elecciones para gobernador de Santa Fe. De acuerdo al escrutinio provisorio alrededor de 2000 votos (0,11% de los votos válidos) separan al socialista Miguel Lifschitz del candidato del PRO Miguel del Sel. El tercero en discordia, probablemente la sorpresa de la elección, el justicialista Omar Perotti, está tan solo a un 1,44% de Lifschitz. Aún quedan 347 mesas por escrutar que representan más de 100 mil votos, razón por la cual para saber quién es el próximo gobernador de Santa Fe habrá que esperar un tiempo.
A pesar de ello no son pocos los que se han apresurado a sacar conclusiones de las elecciones santafesinas para la elección presidencial. Una primera conclusión es que el proyecto presidencial de Macri quedaría herido de muerte si Del Sel no gana en Santa Fe –algo que dada la exigua ventaja del candidato del FPCyS aún podría ocurrir, dicho sea de paso. Una segunda lectura es que si Del Sel no triunfa ello obedece a que Macri no llegó a un acuerdo con Massa y que de haber habido un arreglo, éste habría bajado a su candidato, cuyos votos habrían ido mayoritariamente a Del Sel. Finalmente hay quienes ven en lo ocurrido en Santa Fe un anticipo de lo que le ocurrirá a Macri si insiste en concurrir solo con los radicales y Carrió a las elecciones de octubre.
Estas tres lecturas que algunos han hecho de las elecciones santafesinas son totalmente erradas. Los comicios del pasado fin de semana fueron para elegir gobernador y no un plebiscito acerca del kirchnerismo. En Santa Fe, el PRO y el justicialismo son la oposición y la coalición de radicales y socialistas el oficialismo. Lo que estaba en juego era la gobernación provincial, y al estar separada la elección presidencial de la elección de gobernador, la principal motivación del voto es el juicio que el elector hace del gobierno provincial.
En segundo lugar, ni Macri, ni Scioli, ni Massa, ni Stolbizer eran candidatos. Dudo mucho que el resultado de las elecciones santafesinas se replique en las PASO o en octubre. Si para muestra alcanza un botón, basta con recordar las sucesivas derrotas que sufrieron los candidatos oficialistas en Córdoba, Santa Fe y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en las semanas previas a las primarias de 2011, y la excelente performance de Cristina Fernández de Kirchner en agosto de aquel año en aquellos mismos distritos. En 1999 el justicialismo también obtuvo una sucesión de victorias a nivel provincial en los meses previos a la elección presidencial y ello no impidió a De la Rúa triunfar sobre Duhalde. Ciertamente, una sucesión de triunfos a nivel local pueden contribuir a generar un clima triunfalista, pero sólo eso. La suerte de Macri, para quienes se apresuraron a extenderle el sello de defunción a su proyecto presidencial, se decidirá en agosto y en octubre, cuando sea él quien salga a la cancha a competir. Admito una excepción y es la elección de la ciudad de Buenos Aires que ha sido la plataforma de lanzamiento del actual jefe de gobierno porteño. Perder su principal bastión sí sería una señal preocupante. En el caso de Santa Fe, o de Córdoba, no es el caso.
El mayor daño de una eventual derrota de Del Sel en todo caso es para el PRO y no para las ambiciones de Macri. Un triunfo en Santa Fe permitiría al PRO lograr algo que ninguna tercera fuerza –nuestros 32 años de democracias han sido un verdadero cementerio de terceros partidos: el PI, la UCeDé, el Frepaso dan testimonio de ello- y es controlar dos distritos importantes que congregan a cerca del 20% del electorado a nivel nacional.
¿Habría cambiado algo un acuerdo entre Macri y Massa si ello se traducía en la salida de escena del candidato massista? Probablemente sí, pero tal vez no de la forma que muchos presumen. Asumir que Del Sel no triunfó debido a que le faltó el 3,68% que de acuerdo al escrutinio provisorio obtuvo Oscar “Cachi” Martínez es temerario. Salvo que dispongamos de encuestas fiables no podemos saber adónde habrían ido esos votos si Martínez se retiraba de la competencia. El supuesto de que los votantes del candidato massista a nivel provincial son opositores a nivel nacional es propio de los análisis de microclima que parten de la expresión de deseo y de un desconocimiento profundo del comportamiento del electorado. ¿Qué tal que esos votos hubieran ido a parar a Perotti mayoritariamente? ¿O acaso Sergio Massa o “Cachi” Martínez son tan poderosos que pueden ordenarle a los ciudadanos a quién votar? ¿Qué tal que a los votantes de “Cachi” Martínez no les cayera bien Del Sel? Especular con el destino de esos votos sin tener ninguna información de los mismos es lisa y llanamente superfluo.
Finalmente, el resultado apretado de Santa Fe ha llevado a ciertos analistas y comunicadores a predicar sobre las virtudes del gran acuerdo opositor. Escribo esto y no puedo dejar de pensar en que probablemente el tan mentado “círculo rojo” esté sufriendo en estos momentos un ataque de pánico pensando que lo ocurrido en Santa Fe es un anticipo de lo que pasará a nivel nacional si Macri y Massa no se ponen de acuerdo. Durán Barba, uno de los principales opositores al arreglo ente Massa y Macri, se ha convertido en una suerte de bestia negra tanto para el “círculo rojo” como para ciertos columnistas políticos que se dedican semanalmente a hostigarlo por su férrea y tenaz oposición a la reedición de la Unión Democrática.
Independientemente de lo que hagan Macri y Massa-probablemente nada- lo que ocurra a nivel nacional será decidido por los votantes de todo el país y no por un arreglo de cúpulas. Nuevamente los análisis de microclima que asumen una intensa polarización social entre kirchnerismo y anti-kirchnerismo están desconectados de la realidad. La tan mentada grieta es un fenómeno de elites o círculos pequeños, no de masas. El kirchnerismo, afortunadamente y para pesar del fallecido Ernesto Laclau, no ha polarizado a la sociedad como sí lo hizo el peronismo en la década del 40 y del 50, o como lo hizo más recientemente el chavismo en Venezuela.
En unos días probablemente sabremos quién ganó realmente la elección de Santa Fe. Tal vez más importante que los temerarios y apresurados análisis de las últimas 24 horas, sea despejar cualquier sospecha de irregularidades que ponga en tela de juicio la legitimidad de quien sea el próximo gobernador santafesino, y segundo velar para que nada similar ocurra en las primarias de agosto y en las elecciones de octubre.