Por Daniel Zen
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[dc]D[/dc]e a poco va decantando el panorama de efectos luego de la renuncia intempestiva de Carolina Scotto a la banca de diputados que había obtenido ocho meses atrás. En el kirchnerismo local, los actores intentan reacomodarse y ocupar el espacio generado. Inclusive algunos dirigentes se han visto beneficiados por el sorpresivo hecho. ¿Quiénes son? ¿Por qué?
Individualmente comprenden que es una posibilidad de proyectarse. Pero como espacio, como sector, admiten que es un retroceso 1) porque el estado de libanización que caracterizó muchos años al mundo K cordobés se ha hecho visible nuevamente y 2) porque se torna tarea difícil explicar el desatino de la ex rectora sin abonar costos políticos.
En paralelo, los adversarios del kirchnerismo en los diferentes ámbitos intentarán capitalizar el hecho y los votos sin dueño. Recuérdese que Scotto obtuvo 15% de los sufragios en octubre pasado y era la figura adepta al gobierno nacional con mejor imagen en Córdoba.
Favorecidos
Martín Gill no la pasó tan mal explicando el suceso. Al contrario, en los medios, sobriamente salió a capitalizar el salto al vacío de su ex colega (“compañera” sonaría un tanto inadecuado para ambos) en el mercado electoral progresista-universitario, que es exactamente el mismo en el que competía Scotto. Discurso templado, palabras inasequibles para la dirigencia territorial peronista, el ex rector de la Universidad Nacional de Villa María tiene ahora mayor espacio para crecer y hasta soñar con una candidatura provincial. Además, dispone de otro hándicap: fue importante funcionario en la cartera nacional de Educación, laurel con que la filósofa no contaba. Y tiene más amigos en Capital Federal.
Eduardo Acastello, aunque observa como escollo a Gill, es otro de los beneficiados con la autoeyección scottista. Entre los dirigentes K cordobeses, el intendente de Villa María es ahora el más conocido y eso cuenta (la exdiputada le peleaba esa estadística). Además, no deja de sumar en las dos canastas: la peronista y la “progre”, aunque claro está que en esta últimas seduce mucho menos. Acastello quiere ser gobernador y si Scioli finalmente encabeza tiene chances de obtener la candidatura por el sello Frente para la Victoria.
Daniel Giacomino, quizás el menos encuadrable de todos los kirchneristas con alto grado de conocimiento por parte del electorado de Córdoba (no es “Carta Abierta” ni peronista), se encontró con una noticia le vino bárbaro para su intenciones. Si quiere tener otra chance en la Municipalidad el primer peldaño tiene que ver con que no haya otro candidato en su espacio, y a Scotto varios la querían empujar al Palacio 6 de Julio. Ahora con el camino más claro y la discutible performance de la actual gestión municipal deberá lograr una alquimia complicada, es decir, conseguir algún brazo nacional y popular que lo sostenga de arriba y, en simultáneo, mostrarse “deskirchnerizado” para el gran porcentaje de votantes locales que no comulgan con el gobierno central. Radicales enojados, electores volátiles, etcétera.
Ernesto “Tatu” Bernabey es como Enzo Pérez en el equipo de Sabella. Lo llamaron de suplente a última hora y ahora le toca entrar de titular. Pasó de la jefatura comunal de Villa del Totoral al Congreso nacional sin escalas, sin esperarlo. Era uno de los hombres más visibles del foro de intendentes K regional Córdoba y eso le había valido un lugar en la boleta del FPV. Habrá que ver si aprovecha la oportunidad para dar el salto y así ser en la próxima contienda parte de la lista titular.
José Manuel de la Sota es un inesperado beneficiado de este asunto. Sin mover un dedo, asistió a un espectáculo donde su principal oposición le regala espacios. Quien instaba a hablar de Córdoba en el Congreso enmudeció y facilitó las cosas al peronista, que era criticado con razón por el silencio de algunas congresistas de Unión por Córdoba. Desde el punto de vista de la arquitectura del poder, el error se hace más grueso al considerarse que éste es el distrito donde De la Sota construye poder y donde Scotto tenía la oportunidad de socavar.
Franja Morada, brazo universitario del radicalismo, ha visto cómo a pesar de la última derrota rectoral, Scotto le ofrendó pronta recuperación con su decisión. La Bisagra, el principal soporte estudiantil del que se sirvió la filósofa para gobernar la UNC dos periodos seguidos, tendrá grandes problemas para decir en la Casa de Trejo que su “Evita” es una desertora de ese proyecto nac&pop que tanto nutre con ideología y recursos materiales a la militancia y amigos. Franja Morada ahora aglutinará todo lo que no sea kirchnerismo (excepto izquierda intransigente) y probablemente vuelva a tener chances ante un oficialismo que, por más reconfiguración que intente, se verá afectado.
Alfredo Blanco, en ese contexto y aun habiendo perdido la elección rectoral contra Francisco Tamarit, probablemente logre un reposicionamiento. El ex presidente radical del Concejo Deliberante y decano de Ciencias Económicas tiene la ventaja de ser, por ahora, la única figura de la oposición universitaria con la visibilidad para aglutinar voluntades dispersas tras el fracaso electoral.
Damnificados
La actitud de la exdiputada deja saldo negativo para kirchnerismo como grupo de poder en varios ámbitos.
En el plano nacional la noticia fue muy mal tomada. La cúpula de la Secretaría Legal y Técnica de la Nación experimentó indignación cuando Scotto comentó su idea. Córdoba siempre fue territorio electoral difícil para el Frente para la Victoria (menos en la reelección de Cristina Fernández teñida que estuvo por el efecto viudez reciente). Cercanos al armador Carlos Zaninni escucharon: “Que se vaya. ¿Quién se cree que es? Ya nos cansamos de pedirle por favor en cada elección”. Compañeros de bancada de la mujer lo ratificaron.
En el plano local, la situación del sector se complicó en los términos que se explicaron al comienzo de la nota. El kirchnerismo cordobés desde el comienzo estuvo teñido de grandes internas por la cantidad de grupúsculos sin conexiones orgánicas y sin referentes que, a base de encuestas, aglutinaran por la fuerza. Scotto con su instalado halo de pureza académica resolvió en parte ello. Su reciente afinidad al paracaidismo sin paracaídas devolvió la fragmentación inicial, y la vía libre a las mini tribus kirchneristas.
Pero es en el ámbito universitario donde el perjuicio se hará sentir con fuerza. La Bisagra, en pleno ejercicio de gobierno, es la agrupación estudiantil que debe engolar el sabor amargo de tener una “heroína” que a los ojos de la militancia pasó a ser “villana”, de un momento a otro. Es un golpe apenas mesurado por el asentamiento de Francisco Tamarit, un beneficiado/perjudicado que heredó la construcción y por lo tanto hereda la deconstrucción y las nuevas migraciones internas.
De hecho, como este diario escribió hace unos días, la llegada de voluntades fue instantánea. Tres de los cuadros scottistas más encumbrado colocados por en el gabinete rectoral por la propia Scotto ya le prometieron lealtad a Tamarit, abandonándola. Buenos reflejos, que le dicen.
Se trata del secretario General, Alberto León; de la secretaría Académica, Ana Alderette (otrora alineada sin peros) y de la vicerrectora, Silvia Barei. Pero al grupo de confianza que tenía la filósofa debe sumarse la complicada situación del principal cuadro de La Bisagra, Marcos Ibáñez. Designado asesor principal de Scotto en su efímero paso por el Congreso, no supo de la dimisión de la boca de su entonces jefa política. Lo supo por el diario. Y comenzó a operar su corrimiento de inmediato. ¿Seguirá empleado en la Cámara con Bernabey? Parece que el rectorado proveerá.