Dólares del agro no alcanzan para levantar limitaciones a importaciones

p11-1[dc]L[/dc]a llegada de los dólares de la cosecha es esperada como si fuera el antídoto de todos los males de la economía. Nadie duda de que significará un alivio, pero no es la solución a los problemas. La acumulación de obligaciones de pago que debe afrontar Nación hacia mediados de año -en especial en materia energética- junto con las dificultades de las exportaciones para ganar mercado, implicarán que difícilmente esos ingresos sean suficientes para salvar el 2014. Así, después de agosto, la restricción externa seguirá vigente, por lo que no es razonable esperar un escenario de menores limitaciones para las importaciones.
El economista Dante Sica, titular de la consultora Abeceb.com, señala que después de la maxi devaluación de fines de enero y del apretón monetario -junto con otras medidas complementarias como reducir las posiciones bancarias en dólares-, las autoridades lograron una calma cambiaria: “El Gobierno logró llegar a la ‘tierra prometida’, lo que significa arribar al segundo trimestre con una situación cambiaria bajo relativo control”. Este es el momento de mayor liquidación estacional de las exportaciones gracias a la entrada de la cosecha de soja. Sin embargo, surge el interrogante sobre cuánto durará esta tregua, y en particular, si los dólares del agro serán suficientes para normalizar las importaciones.
En este punto recuerda que el complejo exportador fue adquiriendo en los últimos años una creciente dependencia de las commodities alimenticias, en especial la soja. La constante pérdida de competitividad de la producción local por la elevada inflación, los problemas productivos internos en diversos sectores (como la carne y el trigo), y en algunos casos una demanda externa debilitada (como en alimentos elaborados y bienes industriales), redujeron las fuentes de divisas disponibles. Así, actualmente un 60% de las exportaciones proviene del sector agroalimentario y nada menos que 30% del complejo sojero.
Este año los buenos rindes y los elevados precios favorecerían la liquidación de la cosecha, ya que la actual campaña de soja estaría entre los 52/53 millones de toneladas –resultando cercana al récord de 55 millones alcanzado en 2010-, mientras que su cotización mejoró hasta ubicarse por encima de los US$500 por tonelada.
Pero en paralelo, y como sucedió en 2013, las expectativas de que el peso volvería a debilitarse en los próximos meses actuarían en sentido contrario, llevando nuevamente a los productores a “retener parte de la cosecha a la espera de una mejor cotización del dólar oficial”, dice Sica, quien agrega que hay que tener en cuenta que tras la importante depreciación del peso de enero, la elevada inflación de la primera parte del año ya erosionó gran parte de su efecto sobre la competitividad, lo que ha vuelto a alimentar las expectativas de devaluación. “Este será, sin dudas, el principal desafío al que se enfrentarán las autoridades este año en su objetivo de asegurarse un buen caudal de dólares de la soja”, sintetiza.
En este marco, para Sica no pareciera estar garantizada una “lluvia” de dólares suficiente como para normalizar las compras externas. A su vez, la leve contracción esperada para la actividad económica este año –Abeceb.com la estima en torno al 1,5%- no se traducirá en una caída de las importaciones. Es que, teniendo en cuenta la magnitud de las restricciones vigentes desde 2012, las mismas se encuentran en niveles ya de por sí muy bajos. Por tanto, los márgenes para moderar las limitaciones continuarán siendo limitados, incluso en un contexto de recesión.
En ese sentido, con la contribución de cierta demora en los pagos de las compras al exterior a partir de la nueva política impuesta por la Secretaría de Comercio podría verse una moderación de las restricciones entre este mes y agosto, los meses de mayor liquidación de la cosecha. Pero luego de agosto la restricción externa seguirá vigente, por lo que “no es razonable esperar un escenario de menor presión restrictiva”.
“Con todo, la soja puede aliviar pero no resolver, y menos aún en un contexto de creciente deterioro de la balanza energética, pérdida de los dólares del biodiesel y menor peso de los cereales. En este contexto, la tregua cambiaria instalada desde febrero podría durar algún tiempo más, pero claramente no llegó para quedarse”, apunta el economista.