
[dc]E[/]rrar es humano y perdonar es divino, reza el refrán que puede completarse con otro. Dicen, versiones libres, que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Así sucedió un día (o mejor, dos) en el Concejo Deliberante de esta ciudad.
Tremendo revuelo se armó momentos después que el concejal del Frente Cívico, Esteban Dómina, denunciara que la gestión municipal preveía el incremento de alícuotas en 124 rubros del tributo Comercio e Industria. Esa misma noche la edil mestrista Carla Abugauch salió al cruce de las versiones circulantes, entendidas como un real atentado a los objetivos del intendente Ramón Mestre que no son otros que recuperar las adhesiones entre los vecinos capitalinos, luego del cimbronazo que sacudió su gestión. Claro que el impuestazo no era la vía.
En aquella oportunidad, la concejala adujo que un “error de tipeo” fue la causa del malentendido. “No habrá ningún aumento de alícuotas. El espíritu del proyecto es disminuir algunos mínimos, de algunas actividades, que estaban afectadas por la inflación”, había dicho Abugauch. Al tiempo que explicaba: “Aprovechamos esta oportunidad de modificar la ordenanza para hacer una corrección de un error de tipeo que hubo en el artículo de las alícuotas, en los rubros de bares y confiterías, que debían incluir los metros cuadrados. Pero, cuando se hace el tipeo de este artículo, el archivo que se ha usado es uno que estaba en el Concejo Deliberante, de la primera lectura de la Ordenanza Tarifaria Anual de diciembre”.
Subrepticiamente, sus colegas opositores no daban crédito a la explicación de la edil radical. “Si pasaba, pasaba”, lanzaban por lo bajo. Ahora bien, el famoso error de tipeo tuvo una segunda aparición, dotando al primero de un dejo de humanidad, más que una jugarreta para aumentar la presión impositiva que tarde o temprano iba a ser comprobada empíricamente.
En la nueva oportunidad, una ordenanza aprobada por unanimidad la semana pasada no podrá ser aplicada hasta nuevo aviso. Sucede que es necesario introducir algunas correcciones. Se trata de la ordenanza 12.291 –iniciada por el bloque Eva Duarte- que regula la localización de emprendimientos de impacto general (grandes superficies). Un artículo de la ordenanza busca que los emprendimientos comerciales en barrios residenciales no afecten la vida normal de los vecinos, por ejemplo, con la instalación de restaurantes o bares en el corazón del barrio, confinándolos exclusivamente a avenidas principales. Aquí surgió el problema.
En la redacción no se utilizó la palabra recomendada “algunos”. En el texto final quedó abierta la instalación de superficies comerciales en cualquier parte de los barrios residenciales, de forma contraria a lo buscado.
De todas maneras, la digresión fue aprovechada para tomar con más calma la aplicación de la ordenanza. Oficialmente, se comunicó que se suspende su vigencia por un plazo de 60 días, según se resolvió ayer en la comisión de Desarrollo Urbano del Concejo Deliberante. La razón: “una vez promulgada la mencionada ordenanza, la Municipalidad receptó reclamos y observaciones referidas a la aplicación de la norma por lo que consideró pertinente su atención”.
“La ordenanza 12.291 condiciona en determinados sectores de la ciudad el desarrollo de las construcciones reguladas por numerosas Ordenanzas, Decretos y Normativas preexistentes que han consolidado el espacio físico urbano”, dice el comunicado oficial. Y continúa: “Su modificación atenta contra derechos adquiridos y la previsibilidad legal y seguridad jurídica, que fueron asumidas por la comunidad y la Administración Pública como órgano de control. Por esta razón, resulta necesario formular un nuevo proyecto de Ordenanza, permitiendo hasta tanto su sanción, continuar con el ordenamiento legal de vigencia previa a la promulgación de la Ordenanza 12291”.
Dos versiones verosímiles, no excluyentes.