Por Yanina Passero
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[dc]A[/dc]unque aún no se sabe si habrá torta y globos, en enero del año próximo Rubén Daniele celebrará sus 30 años al frente de la conducción del gremio municipal. Sin duda, la efeméride no pasará inadvertida. El secretario general del Suoem es de esa clase de dirigentes que será recordado por su ¿convivencia? con distintas generaciones de vecinos capitalinos, de intendentes democráticos y por una planta de empleados que creció a tasa china en virtud de la impronta de un círculo vicioso (presión-connivencia-contratación) que caracterizó las relaciones entre intendente y co-intendente gremial.
Daniele espera festejar el cumplimiento de tres décadas como sindicalista con el inicio de un nuevo ciclo como secretario general del Suoem. Nadie duda que la mayoría de los afiliados ungirá al histórico referente con sus votos en las elecciones que, presumiblemente, se desarrollarán hacia finales de año. Será su última elección no sólo porque alcanzará la edad jubilatoria cuando culmine el periodo 2015-2017 que le impedirá una nueva postulación, sino porque el economista tiene algunas materias pendientes.
La primera está atada directamente a su nueva postulación en contrasentido a los comentarios de propios y ajenos, quienes auguraban que habría llegado el recambio. Sucede que Daniele quiere evitar que la interna en la Lista Verde se convierta en una picadora de carne. Aplicará, como siempre, la táctica que le rindió sus mejores frutos y en parte explican su supervivencia como máxima autoridad de una “federación” de gremios. Daniele, como nadie, flota como un corcho por encima de los conflictos.
La segunda materia pendiente refiere directamente a la efectivización de los contratados, la mayoría de ellos ingresantes de la gestión de Luis Juez. Y es en este escenario que deberán a comenzar a leerse las acciones de Daniele y sus dirigidos; también las electorales.
Un ejemplo reciente. El pasado miércoles por la tarde el sindicalista se mostró a favor de los concursos que terminarán con el ingreso a dedo a la Municipalidad. ¿Quién podría oponerse? Ahora bien, cuando de contratados se trata la realidad toma otros colores. Daniele dejó en claro que no arriará esa bandera histórica del gremio municipal. Le avisó a Ramón Mestre que sigue la conversación pendiente.
Y en eso está: los municipales, antes recelosos con los concursos, se anotaron en masa, siguiendo las especiales recomendaciones de su representante. El 60 por ciento de los contratados que se inscribieron participarán del examen de agosto que cuenta con el patrocinio de la UTN. Sólo importa a Daniele que cumplan con las leyes. El resto quedaría en sus manos.
En diálogo con Alfil, Daniele reconoció que “le quita el sueño” la estabilidad laboral del personal artículo 8 y 9. Otro mensaje más para Mestre, quien se encuentra en pleno proceso de dinamización de su gestión. El pase masivo a planta permanente es un costo político que el jefe comunal, en su primera intendencia, parece no querer afrontar.
Habría más. Con un olfato como el de pocos, el sindicalista sabe que Mestre tiene, a la luz de los acontecimientos recientes, prioridades bastante diferentes a las suyas. Atrás parece que quedó la dedicación semiexclusiva a los requerimientos de los antojadizos municipales.
De prioridades, de eso se trata.
El cimbronazo que atravesó el equipo de gobierno -que terminó con cinco funcionarios eyectados- dañó colateralmente el “tempo” sindical. “Fue muy duro el golpe”, opinó Daniele, quien en escasas oportunidades hizo referencias públicas a la actual administración radical, pese a que conoce mejor que nadie los menesteres del Palacio municipal.
A modo de rápido repaso, oficialmente juzgó a Mestre meses después de su debut. “Mestre hace lo que puede”, había dicho, arrojándole un manto de piedad justificable en todo comienzo. Moderado.
Lo cierto es que en tiempo de descuentos la atención profunda de Mestre en asuntos de gestión no sólo exige a los municipales a redoblar esfuerzos para mostrar resultados, sino también que sitúa en un plano protagónico a sus funcionarios en su doble rol de ejecutores y negociadores con el Suoem. “Hace mucho tiempo que no me reúno con Mestre”, se sinceró el sindicalista, al tiempo que reconoció que es con el secretario general, Alberto Giménez, y hombre de entera confianza del intendente, con quien mantiene contacto casi diario.
Tras el recambio de gabinete, muchas negociaciones (y promesas) mantenidas entre Ejecutivo y Suoem volvieron a foja cero. La agenda sindical recibió daños colaterales que Daniele no oculta. Lo cierto es que el periodo de adaptación que ofreció el Suoem es acotado y se evidencia en el revival de asambleas. Porque a la conducción sindical se le juntó una nueva elección y el final de ciclo de su histórico referente, es lógico que acelere motores.
“Observo que el nuevo equipo de Mestre está haciendo un gran esfuerzo por recuperar la iniciativa. Me hubiese gustado que la recuperaran más rápido”, consideró Daniele en este sentido. Si bien no se animó a dar un pronóstico sobre el futuro de la administración radical, les sugirió que trabajen en pro de la “estabilidad” en el municipio. Justamente, es lo que persigue Mestre para finalizar su primer mandato. El rol que decidirá jugar el gremio será clave en la consecución del objetivo.