Los propósitos antagónicos de Juan Jure

Por Pablo Esteban Dávila

_MG_7913[dc]D[/dc]ifícil es evaluar la magnitud de los propósitos de Juan Jure, el ecléctico intendente de Río Cuarto. Por un lado, dice predicar con el ejemplo, pues se considera un pionero en el complejo arte de juntar a radicales y juecistas; pero por el otro, no vacila en mostrarse empático con Mauricio Macri, al punto tal de sugerir que, de abrir el Banco Ciudad una sucursal riocuartense, podría migrar las cuentas municipales hacia aquella entidad.
Respecto al primer propósito, Jure nunca ha ocultado sus deseos de conformar una alianza tipo UNEN en la provincia. Frente a los escépticos (la gran mayoría congregados en la ciudad de Córdoba) explica que él ha logrado tal cosa en Río Cuarto y que, gracias a este artilugio electoral, le ha sido posible derrotar al peronismo. De paso, se ufana que su triunfo vale doble: él es el intendente del lugar en el que el mismísimo gobernador ha elegido para vivir.
Los que relativizan esta visión comarcal sostienen que una cosa es pactar con algunos dirigentes de Luis Juez y otra muy distinta es convivir con él. Su colega capitalino, Ramón Javier Mestre, conoce de primera mano esta esquizofrenia: casi en el mismo momento en que la dirigencia del Frente Amplio y de UNEN se juramentaba en un acuerdo electoral de largo plazo, el senador lo denunciaba penalmente. Este es un extremo que aún Jure no ha sentido en carne propia, lo que –argumentan los escépticos– todavía le permite razonar con un cierto nivel de inocencia respecto del personaje.
El riocuartense, por supuesto, toma nota de estos argumentos. En su fuero íntimo tal vez acuerde con ellos y conceda que, efectivamente, con Juez es muy difícil cogobernar. Pero no lo dirá públicamente, mucho menos ahora. Sabe que el hecho de liderar una alianza con el Frente Cívico en la segunda ciudad de la provincia lo diferencia dentro de la interna radical y le otorga chapa de cara al electorado. Al contrario de, por ejemplo, lo que representa Hermes Binner para el propio Juez (claramente, un punto de anclaje nacional), el senador es aquí funcional a su estrategia personal. Jure puede decir, casi sin mentir al respecto, que él ha sabido domesticar sus instintos depredadores, algo de lo que no podría ufanarse ningún otro dirigente de la UCR provincial.
Esta posición es lícita y lo ayuda a perfilarse dentro de una fuerza demasiado atada a la suerte de la gestión mestrista. Tal vez dure lo que tarde en arrojarse la primera filípica juecista (algo que, de llegar juntos al gobierno, probablemente ocurra casi de inmediato, como sucedió con el también radical Daniel Giacomino) pero no puede reprochársele su sentido de la oportunidad. A diferencia de otros –entre los que podría contarse su predecesor, Antonio Rins–, Jure en ningún momento ha abjurado de su linaje radical. No hay amenazas de cisma o de portazos. Simplemente está jugando una partida estratégica, de aquellas para las cuales se ha hecho la política.
Sin embargo, lo que causa alguna sorpresa es su habilidad para jugar varias de estas partidas a la vez, tal como lo demuestra su reciente y entusiasta relación con Macri. Que un radical vea con buenos ojos, casi de primos hermanos, al jefe de gobierno porteño no es una novedad. Oscar Aguad fue el precursor de esta línea de pensamiento, a la que adhiere un buen número de correligionarios del interior provincial. Pero lo extraño en Jure es que fatigue con igual intensidad el camino que lleva al PRO tanto como el sendero –parcialmente transitado– que se dirige al Frente Cívico. Porque aquí ya no se trata sólo de cordialidad entendida en términos urbanos, sino de pensamientos antagónicos. Juez es uno de los que, dentro de UNEN, se oponen a Macri por razones ideológicas, algo que para el intendente de Río Cuarto parecería no tener importancia. O que, si la tuviere, al menos no merece un lugar en la agenda inmediata.
¿Es esto astucia o activismo sin futuro? ¿Imagina Jure la posibilidad de un entendimiento entre el Frente Cívico, la UCR y el PRO a nivel provincial? ¿O, solamente, está buscando un banco de mejor performance que el Córdoba para su municipio? Es difícil acertar una respuesta, especialmente en una época en donde todos se reúnen con todos por “temas de gestión”, sin que se sepa exactamente qué piensan hacer con la misma.
Que no se deduzca de esto una crítica al intento, siempre bienvenido, de tomar los buenos ejemplos de otros colegas gobernantes, o de conversar sobre temas comunes en las grandes ciudades. Todo lo contrario. En un mundo en donde la pólvora hace rato fue inventada, es un pésimo negocio intentar encontrar su fórmula en soledad. No obstante, es una cosa muy distinta mostrarse con dirigentes en las antípodas ideológicas y personales como lo son Juez y Macri sugiriendo que podría trabajar indistintamente con cualquiera. Aquí el mensaje es complejo de descifrar y, en política, lo ininteligible termina siendo un problema para los votantes.
Si a toda esta ensalada simbólica se le agrega el condimento del reciente deshielo de las relaciones entre Jure y José Manuel de la Sota, el combo se vuelve aún más apasionante. Gobernador e intendente están ansiosos por mostrarse arremangados, trabajando juntos, dejando atrás las diferencias. Jure, en este punto, ha decidido parecerse a Mestre, el otro polo de la geografía radical. También esto es una buena cosa, pero no parece muy coherente con la decisión de licitar el servicio bancario para la Municipalidad de Río Cuarto. ¿Afectará esto la concordia entre ambos gobernantes? Tal vez sea poca cosa (aunque se estima que no lo es) o quizá una jugada maestra para forzar a BANCOR a dar más servicios por menos plata, habida cuenta que el Banco Nación es decididamente peor y que el Banco Ciudad probablemente sea una promesa que nunca llegue, o que llegue tarde. En todo caso, ésta también parece ser una iniciativa tendiente a marcar la cancha frente al resto de la dirigencia provincial.
Tal vez Jure se encuentre leyendo, por estos días, el clásico manual electoral que enseña que, para ganar elecciones, lo primero es posicionarse. Puede que, aún lográndolo, el comicio se pierda, pero nunca se podrá triunfar si no existe un posicionamiento previo. Todo indica que el intendente de Río Cuarto se encuentra en esta fase de su carrera pública y que, con las pruebas a la vista, se encuentra empeñado en profundizar este enfoque. Sin embargo, debería sopesar si, en medio de las partidas simultáneas que se encuentra jugando, no existe el riesgo de quedar entrampado en tensiones que lo exceden. O que su ímpetu diferenciador no termine siendo, al final del día, una aventura intrascendente en una jungla particularmente cruel para los diletantes.