[dc]A[/dc]ño electoral para uno de los gremios cordobeses que representa a más del 90 por ciento de los trabajadores que cobija la Municipalidad capitalina. El Suoem decidirá una vez más, hacia finales de año, quién encabezará un sindicato que en realidad puede describirse mejor como una federación de gremios. Se sabe que todos los boletos los tiene comprados Rubén Daniele.
Si su histórico dirigente mantiene su voluntad de repetir una vez la experiencia electoral -como afirmó- que lo consagró ganador en cada pugna celebrada por casi tres décadas. La decisión no sólo impacta en el plano interno, sino que también obliga a replantear la estrategia a los integrantes de la lista opositora que logró el estatus de minoría en 2012.
Nadie imagina un batacazo de la Lista Naranja que encabeza Ariel Quiñone, aunque creció notablemente en el último turno. Tampoco cabe la posibilidad para los dirigentes cercanos a Rubén Daniele, líderes de agrupaciones con nombre propio, que fantasean con ser ungidos por el licenciado en ciencias económicas como próximos sucesores. Daniele sabe que si incurre en ese pecado capital la “interna” tomará cuerpo propio y comenzará a impactar en el ya descompaginado funcionamiento de los servicios que presta el municipio.
En honor a la verdad, la “dinámica íntima” de la conducción no incide en la generación de conflictos como sí ocurre en la UTA, por ejemplo. Las demostraciones de fuerzas de grupos de delegados o incluso choferes que desconocen a su cabecilla, muchas veces han redundado en paros parciales en sistema de transporte. Desde estas páginas se ha señalado en varias oportunidades que una de las cualidades que permitió a Daniele sostener su mandato en el tiempo responde a su capacidad de flotar como un corcho por encima de los conflictos. Es por esto, que con toda seguridad para el común de los vecinos los menesteres internos del Suoem no implican una alerta directa.
Ahora bien, la elección de autoridades de este año no sólo marcará el principio del fin de la carrera sindical de Daniele sino también la proximidad de un ciclo en el que comenzarán a delinearse nuevas relaciones entre poder sindical y las autoridades municipales cuando su impronta sea sólo un recuerdo. Nadie se animaría a cuestionar que el Palacio 6 de Julio lo gobierna el intendente de turno y su coequiper, Rubén Daniele.
Lo cierto es que hasta el año pasado propios y ajenos en el Suoem especulaban con que Daniele dejaría espacio a otros referentes. El mismo admitió que si así ocurría la interna en su propio espacio sería voraz. Al fin y al cabo la jubilación le llegaría cuando promedie su último período. El presunto “acto heroico” de Daniele calmó a sus cercanos que sueñan con ocupar su lugar, pero también a los opositores que saben que con Daniele en el juego esta elección pasará sin oportunidades, sólo abriendo la posibilidad de consolidarse como fuerza.
Con esta realidad como bandera, comenzaron los cotilleos propios de todo año electoral. Y aquí es donde surge la primera novedad que arroja la etapa preparatoria. La oposición representada por el color naranja no se manifiesta reacia a intentar acercar posiciones con la lista del color de la esperanza con miras a confluir en una única nómina, según adelantó uno de los principales operadores de la minoría.
Las conversaciones con hombres de confianza de Daniele ya comenzaron y habrían tenido una buena acogida. Al fin y al cabo, les seduce la idea que el secretario general pase a los libros de historia como un dirigente que logró mantener el gremio cohesionado, ironizan. El negocio seduce a los opositores porque no debería pasar otro período sin el pan y sin la torta.
Conviene recordar que muchos de los integrantes de la Lista Naranja formaron parte de la conducción en la figura de Daniele. La posibilidad de lograr una confluencia fue abonada hasta último momento en las elecciones de 2012 entre las partes citadas. Unos y otros tienen algunos patrones comunes: además de haber compartido las tareas de conducción tienen las mismas filiaciones políticas. Los dirigentes de la oposición se encuentran alineados con la CGT Nacional y Popular que representa el referente del Surrbac, Mauricio Saillén. Daniele no ha negado nunca su simpatía con el gobierno kirchnerista. Algo es algo.
La intentona se compone hasta el momento de coqueteos preliminares que no se convertirán en hechos palpables sin la aprobación de Daniele. Todos coinciden en que es él quien tiene la última palabra.