Las paradojas de la Tasa Vial en Córdoba y en Santa Fe

[dc]C[/dc]órdoba y Santa Fe son consideradas provincias gemelas por compartir parámetros similares, tales como la población, la superficie y el perfil económico-industrial. Por ello, cada vez que en una provincia quieren analizar una variable la comparan con el de la otra.
En Córdoba gobierna el peronismo desde 1999, y en Santa Fe el socialismo desde 2007. Los máximos referentes de ambas fuerzas en esos distritos, el gobernador José Manuel de la Sota y el diputado nacional Hermes Binner son presidenciables, y buena parte de su fortuna política depende del éxito de las gestiones provinciales (en Santa Fe el gobernador es Antonio Bonfatti).
Las finanzas provinciales están exhaustas y tanto De la Sota como Bonfatti crean nuevos impuestos, pero con el nombre más políticamente correcto de “Tasa” para conseguir fondos.
En agosto de 2012 De la Sota impulsó en Córdoba la sanción de la Tasa Vial, que fija una carga de entre 20 y 54 centavos por cada litro de combustible cargado en la provincia, y cuya recaudación tiene por fin el mejoramiento de los caminos.
Al momento de su tratamiento en la Legislatura, el proyecto tuvo el apoyo del bloque oficialista y el rechazo de la oposición radical-juecista (que incluía por entonces al socialismo). Los legisladores de la oposición dijeron que la Tasa Vial era en realidad un impuesto, inconstitucional además, y que era una imposición que encarecía el costo Córdoba. Repitieron esos conceptos la semana, cuando el delasotismo modificó la ley de Tasa Vial para compartir hasta el 20 % con los municipios y las comunas.
Curiosamente por estos días Bonfatti va también por su Tasa Vial, de 32 centavos por litro. El objetivo es el mismo que De la Sota: mejorar los caminos. Y las críticas que recibe, también: voracidad tributaria, inconstitucionalidad…
Lo llamativo es que en Santa Fe las críticas al socialismo, que en Córdoba se opone a la Tasa Vial, son del justicialismo, que en Córdoba impulsa la Tasa Vial. Un trabalenguas político que grafica la inestabilidad ideológica de los partidos, una vez que cruzan las fronteras geográficas y las del poder.