El economista y vicepresidente del Ieral de Fundación Mediterránea, Jorge Vasconcelos, entiende que el Gobierno está intentando “agrandar la vida útil del modelo” a la vez que entiende que los principales problemas que enfrenta la economía son similares a los de la crisis de 2009 (aunque producida por factores endógenos y no externos) y enfatiza que una variable clave a seguir es la caída del mercado interno. Subraya que la posibilidad de una recesión más severa que la de 2009 nace “de la precariedad de las cuentas públicas, la imposibilidad del Estado de jugar un rol contra cíclico, la inflación en una etapa en la que ya deprime el consumo y la incertidumbre sobre la velocidad de emisión”.
A su entender, la situación es comparable a la del 2009, porque ese año la recesión terminó cuando comenzaron a verse “señales claras” respecto que el 2010 sería un año con condiciones favorables para el crecimiento: “Ahora se necesita algo análogo en vistas a 2015. El Gobierno ha comenzado a tomar medidas que intentan ‘alargar la vida útil’ del modelo. Trata de hacerlo minimizando los costos políticos, pero la caída de reservas se convirtió en una espada de Damocles que lo ha obligado a dar pasos que antes no figuraban en su agenda, caso del nuevo índice de precios presentado la última semana”.
El informe plantea que, con la devaluación de enero y el freno que se registra en sectores como el automotriz, parece recrearse el panorama de cinco años atrás y señala que las principales diferencias pasan porque ahora ítems externos como el precio de la soja o las importaciones de Brasil estarán en un punto intermedio. “No serán tabla de salvación ni tampoco el factor explicativo de los problemas domésticos. Es el mercado interno, este año, el mayor motivo de preocupación”, señala.
A diferencia de 2009, ahora el sector público no estará en condiciones de hacer política anti cíclica, los precios tenderán a ganarle la carrera a los salarios, con efecto negativo sobre el consumo, y el crédito será mucho más restrictivo que en aquella experiencia. Para ponerle un piso a la caída del nivel de actividad, esta vez no podrá recurrirse a más gasto público. Otro aspecto considerado en el reporte es que las reservas en 2009 cubrían el equivalente a casi 15 meses de importaciones, contra poco más de cuatro meses ahora. “Esto hace suponer que la suba de tasas de interés experimentada en las últimas semanas no habrá de ser un fenómeno temporal, como ocurrió en 2009”, dice Vasconcelos.
También indica que, si bien ahora existen restricciones para dolarizar activos, y eso genera una abundancia artificial de pesos, por otro lado el Gobierno ha tomado conciencia del daño que significa para la economía y para el Banco Central la persistencia de una brecha elevada entre el blue y el oficial, lo que lleva a esperar sesgo restrictivo en la política monetaria. “Esto será válido hasta el momento en que el Gobierno se decida a atacar el déficit fiscal, recortando subsidios y actualizando tarifas de servicios públicos”, agrega.
En el actual escenario el crédito bancario puede llegar a ser muy contractivo, marcando diferencia con el 2009, a lo que se suma que, esta vez, los precios le ganarán la carrera a los salarios, con efecto negativo sobre el consumo. El informe subraya que la baja rentabilidad empresaria y el excesivo déficit fiscal atentan contra la continuidad de las mejoras de los sueldos reales.
Para Vaconcelos, el sector privado deberá remar “contra el encarecimiento del crédito, en un contexto de mayor presión tributaria que en 2009, tanto de origen provincial y municipal como por la mayor incidencia de la falta de ajuste por inflación en el impuesto a las Ganancias. A esto se suma una infraestructura más deteriorada que eleva costos (incluidos los cortes de energía) y el menor margen de competitividad externa comparado con 2009, dada la diferencia cambiaria señalada más arriba”.