Por Gabriela Origlia
Especial desde Madrid

Argentina
La tapa de los diarios europeos reflejaron este jueves un tema clave para Argentina: la decisión de Estados Unidos, cuya economía está repuntando, de retirar estímulos. La tendencia implicará que habrá menos dólares en el mundo y comenzará a cerrarse una etapa que todos los emergentes -menos Argentina- aprovecharon, la de tomar deuda a largo plazo y tasas muy convenientes. El repliegue de Estados Unidos coincide con las turbulencias en las divisas que registraron en los últimos días Argentina, Sudáfrica y Turquía. El cierre del grifo del flujo de capitales combinado con la crisis cambiaria puede agravar las economías de los países con problemas, señalan todos los medios especializados.
[dc]A[/dc] los argentinos en general les suele producir curiosidad saber qué piensan o qué dicen del país en otros lugares del mundo. Por estos tiempos, nada. O muy poco. Al menos en Europa, no hay temas que presentes ni en los medios de comunicación ni en los comentarios al paso. Las excepciones son las menciones al Papa Francisco (cuya nacionalidad ya dejó de incluirse) o a Leo Messi. No más que eso. Ni la política ni la economía ni las producciones culturales argentinas generan interés.
Por lejos es Brasil y su presidenta, Dilma Rousseff, quien se lleva la mayoría de las menciones –que tampoco son tantas- sobre política latinoamericana en los medios europeos. Hay un interés particular en la marcha de su economía, que este año afronta problemas, ya que es considerado el motor de la región y un centro de interés para posibles inversiones. La violencia narco en México y Centroamérica y las medidas de Nicolás Maduro en Venezuela son los otros aspectos de los que se ocupan los periódicos o noticieros televisivos.
Incluso la estatización de YPF y el anunciado acuerdo con Repsol con noviembre desaparecieron de la prensa española. A comienzos de este mes hubo diez líneas para contar que el Gobierno argentino sostenía que todo “marchaba según lo previsto”. En Italia hay menciones indirectas cuando se hace referencia a la compra por parte de Telefónica de la filial argentina de Telecom. De todos modos, el discurso hace eje en que Italia aportó al rescate de los bancos españoles y ahora le terminan comprando una empresa.
Sí hubo espacio –y se presentaron como una suerte de “extravagancia”- para los extendidos y extensos cortes de luz. El calor por encima de 40 grados no es en Europa considerado un argumento de interrupción de servicio, como lo tampoco es el frío para no tener gas. Las ciudades, en general, están preparadas y planificadas para que las prestaciones básicas se sostengan en toda circunstancia. Hace unos años en Barcelona estalló un generador y dejó tres días sin luz a una vasta zona; el Ayuntamiento y la empresa instalaron generadores para garantizar electricidad y sin demoras la compañía anunció que ese mes los vecinos no pagarían la factura. Un Estado presente (aún con la crisis del español) y consumidores que no perdonan empujan las soluciones.
En las conversaciones de café siempre aparece la pregunta sobre cómo marcha la economía argentina (la crisis de 2001 dejó un mojón) y el sólo comentario de una inflación anual cercana al 30% deja atónito al interlocutor. En una Europa con economía frenada y consumo muy perezoso, ese nivel de suba de precios es incomprensible. Ni siquiera en tiempos de vacas gordas los países superan el 5 ó 6 anual. Tratar de explicar cómo funciona el mercado de divisas, que el Gobierno defina –aún cuando el ciudadano tenga sus cuentas fiscales en orden- cuántas necesita, por ejemplo para viajar, es otra misión compleja. Nadie entiende la lógica; bajo ningún argumento.
“Eso no es de un país normal”, dice un italiano. Asombra que la definición venga, precisamente, de él, ciudadano de una nación donde la incertidumbre política es moneda diaria y el desempleo crece. Eso sí, el que tiene ingresos declarados y cumple con el Estado puede hacer con ellos lo que se le venga en gana. El mercado negro de monedas no existe en ningún rincón europeo, donde las recomposiciones salariales anuales se mueven entre el 1,5 y el dos por ciento.
Es innegable que Europa atraviesa una crisis con muy pobres señales de recuperación, pero la vida cotidiana se registra en un plano de mínima estabilidad que para los argentinos pareciera impensable. Ni un alemán ni un inglés prende la radio una hora antes de ir al trabajo para enterarse de si tendrá transporte; ningún italiano debe seguir la noticias para saber si el área municipal donde tiene que hacer un trámite ese día funciona; un español saca su bicicleta para ir a clase porque cuando llega tiene dónde atarla sin molestar a nadie. No es que no haya paros o protestas, sucede es que son excepcionales.
Los transportes públicos de toda Europa funcionan con horarios establecidos y respetados y –de haber algún problema- inmediatamente es anunciado en la parada, ya que el 90% cuenta con visores digitales. Las empresas de servicios compiten fuerte para retener a los clientes y eso implica estrategias de notificaciones y previsiones.
Son –en medio de un contexto complicado- pequeñas cosas, pero colaboran a hacer más tolerables los otros problemas. Permiten una mínima planificación que a toda persona le da una necesaria seguridad. Ese es, sin excepciones, uno de los valores más apreciados por los argentinos radicados en la Eurozona. Los Estados –que también tienen dirigentes corruptos y pocos idóneos-cuentan con una estructura burocrática básica profesional encargada de establecer prioridades y planificar.
Fútbol y ausencia
Sin dudas es el fútbol lo que mantiene a la Argentina en los medios europeos; del resto hay poco. Los viajes, con eje en la Patagonia, que se ofrecían hasta hace unos tres años no figuran entre los destinos promocionados. Encontrar libros de autores argentinos es, en general, una tarea ardua. En España, Ricardo Darín es figura y por estas semanas la película de Juan José Campanella Metegol (rebautizada Futbolín) se da en las salas de las principales ciudades. En Italia la estrella es Violetta, quien moviliza a miles de adolescentes.
En materia política, los problemas de salud de la presidenta Cristina Fernández tuvieron repercusión y ahora hay algunos comentarios sobre sus escasas apariciones en referencia a la dinámica que tenía antes. Por supuesto, la devaluación tuvo su espacio en todos los medios.