[dc]E[/dc]l volumen de trabajadores contratados del municipio vendría a ser como un karma que condiciona a cada intendente que llega al Palacio 6 de Julio por el voto popular. Claro que cada uno de ellos contribuye a que se eleve cada vez más la cifra de empleados que reclamarán a quien tenga el honor por su continuidad laboral. Es que no hay política de reordenamiento en materia de recursos humanos que se resista a la invocación del indiscutido “derecho laboral adquirido”.
Sobre los hombros del intendente Ramón Mestre se encuentra la pesada mochila compuesta por 3.014 agentes contratados por artículo 8 y 9 que esperan la efectivización que el Suoem intentará conseguir. Lógicamente, todo parece indicar que no será el referente radical quién asumirá el consto político por el aumento sideral de la planta permanente. Así pareció quedar claro cuando extendió el periodo de prueba de un nuevo empleado municipal de seis a 24 meses, previo filtro de concursos públicos y abiertos.
También es cierto que el Suoem le pondrá palos en la rueda al nuevo régimen de ingreso que planea Mestre siempre y cuando no se negocie antes la reducción de la masa de contratados. Mestre y su gabinete lo saben. Y es el gremio liderado por Rubén Daniele el que se encuentra metido de lleno en la tarea a través de la confección de una lista rigurosa de contratados según su antigüedad.
Mientras la negociación sigue sus tiempos, la gestión apura otros apelando a un recurso tan legítimo como el de aquellos que exigen la perpetuación del vínculo laboral cuando el empleador excedió las limitaciones de un contrato temporal. En otras palabras, Mestre pondrá el ojo en aquellos empleados que no cumplan con las expectativas laborales mínimas y en caso de que se detecten procederá a la desvinculación le pese a quien le pese.
El año pasado, fuentes cercanas al intendente aseguran que se lograron aproximadamente 30 despidos, aunque de ése total se desconoce cuántos fueron definitivos. Conviene recordar que el cesanteado puede apelar la decisión para su reconsideración.
Lo cierto es que en ciernes del 2014, que registró apenas cuatro días laborables, la gestión autorizó la desvinculación de siete empleados, todos ellos contratados por artículo 8, según confirmó un calificado funcionario con despacho en el Palacio 6 de Julio.
La rescisión de contratos a este grupo de empleados -distribuidos en el área de Salud, Tribunal de Faltas y CPC- obedeció a faltas de envergadura como inasistencias injustificadas o informes de desempeño laboral negativos.
¿Gesto o tendencia?
Siete contratados menos en un universo de tres mil puede parecer una muestra poco significativa, pero que pretende mostrar que la gestión intentará ir más allá de los espiralados y poco concluyentes intercambios con el Suoem. Después de dos años de gracia, habría llegado el momento de ajustar el tornillo.
Como se señaló en varias oportunidades desde estas páginas, quedó demostrado que una posición dura del equipo de gobierno frente al gremio de los municipales suele ser buen negocio, contrariamente a lo que podría pensarse. Daniel Giacomino nunca alcanzó tan altos índices de aprobación popular como en 2009, cuando Daniele sitió la Municipalidad por recortes de adicionales salariales.
Si esta muestra histórica es tenida en cuenta por el staff político, no resultaría descabellado que se tomen medidas que apunten efectivamente al reordenamiento interno del municipio y su traducción en una mayor eficiencia y calidad de atención al vecino. Y es precisamente ésta la apuesta de gestión que buscará Mestre para el desenlace de su gestión. Hasta el momento, sólo un gesto que podrá quedar como anécdota o ratifique una tendencia.