Por Yanina Passero
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[dc]R[/dc]ecién cumplida la mitad de su mandato, el intendente Ramón Mestre decidió probar las competencias en otras áreas de algunos integrantes de su equipo de gobierno original. Es por esto que, en sentido estricto, no se trató de una oxigenación de gabinete con caras nuevas como se preveía momentos después de las elección legislativa de octubre, episodio que marcó la señal de largada de los trascendidos que anticipaban que el responsable del Palacio 6 de Julio movería algunas piezas en el tablero.
Lo cierto es que, pese a los intentos de Mestre de relativizar las versiones de enroques y cambios en la estructura de gobierno, ayer se trasparentaron con el acto formal de presentación y juramento de los ya conocidos alfiles mestristas. Los reacomodamientos de recursos humanos encierran una cuota de autocrítica que se refleja, principalmente, en el traspaso de Sergio Torres de la Secretaría General a Finanzas y la salida del Directorio de la Tamse residual de Alberto Giménez para ocupar la vacante del economista, tal como había sido anticipado por Alfil en sus ediciones anteriores.
El cambio permite dos lecturas simples. La primera: el municipio reconoce tácitamente que los dos principales problemas de la gestión están representados por el elevado gasto salarial que a duras penas se intenta contener y su relación directamente proporcional con los recursos propios que genera el municipio. La segunda y atado a lo expresado anteriormente: Mestre, como su antecesor Daniel Giacomino, tardó dos años en darse cuenta que el talón de Aquiles de la gestión no era otro que Finanzas.
El secretario saliente Diego Dequino imprimió al área un perfil académico y de surrealismo contable, con pocas chances de bajada a la realidad. Sólo basta con citar su proyecto de Presupuesto Plurianual, saboteado por centenares de correcciones que debió autorizar para sostener las proyecciones para un solo Ejercicio.
Torres y Giménez ocuparon sus nuevos cargos desde ayer. La prudencia es el denominador común de estos dos funcionarios claves para el normal funcionamiento del Palacio 6 de Julio y sus más de 200 dependencias. La expectativa de la gestión radical se correspondió con un Salón de Actos colmado de gente y es razonable que los hombres de Mestre se empapen de la “realidad” de sus nuevos despachos antes de realizar anuncios rimbombantes.
No obstante, adelantaron algunos objetivos de trabajo que asoman como previsibles y confirman la autocrítica de la gestión que habría motivado los cambios conocidos en la tarde de ayer. Confiado en su experiencia como negociador con el gremio de los choferes nucleados en UTA, Giménez se verá cara a cara desde hoy con el histórico dirigente sindical de los municipales. El funcionario entiende que el Suoem concentrará sus mayores esfuerzos para lograr “una diálogo claro, productivo, preciso que genere acuerdos duraderos”.
Con seguridad, el exintendente de Mina Clavero no desconoce que, a diferencia de la UTA cuya libertar de acción depende en parte de la entidad nacional, la presión y apetencia de los representados por Rubén Daniele es diaria. Giménez asume que Torres debió “regularizar” una situación generada por el estado de abandono (y su correspondiente avanzada gremial) de gestiones anteriores; razón que justificaría un nuevo contrato de relación con el economista y secretario general del Suoem.
Para tentar a la avezada conducción gremial, Giménez les propondrá recuperar un plan de carrera administrativa, promociones y una discusión seria de la recomposición salarial para 2014. El nuevo secretario general confía en que con estas tres patas se podrá garantizar la normal prestación de los servicios y avanza en mejores mecanismos de comunicación con los vecinos.
Por su parte Torres, aseguró que hará hincapié en recomponer las relaciones interjurisdiccionales con miras a reflotar los acuerdos pendientes como por ejemplo el Fondo Educativo. En su nuevo rol de recaudador, como primera iniciativa de gestión pedirá una reunión con todos los secretarios municipales para solicitarles “austeridad y eficiencia en la utilización de los recursos”.
Se observa a la luz de los enroques, que Mestre quiere en la General un quiebre, mientras que en Economía busca cierta continuidad con un economista surgido de las misma escuela y firmas políticas que su antecesor.
En el último sentido también debe inscribirse la designación de Brenda Austin en la Secretaría de Educación, una miembro del Consejo Superior de la UNC que pasó de colaborar en Finanzas del municipio a ocupar el cargo de Adriana Bisceglia. La Franja Morada jamás hubiera sospechado que iba a llegar a niveles tan elevados.
Estructura
Quizás los cambios más significativos quedaron asociados a la ampliación de la estructura del gabinete municipal. Mestre elevó a rango de Secretaría a la antes Dirección General de Control y Fiscalización, una decisión atinada de la actual administración si se tiene en cuenta que una de las funciones elementales del Ejecutivo municipal es la inspección y cumplimiento de las normativas vigentes. Será ocupada por el ahora secretario José María Fernández. En tanto, José Olmos, procurador fiscal del municipio, reemplazará a Diego Mestre en la dirección homónima de ésa repartición.
La división llegó para la hasta ahora conocida Subsecretaría de Desarrollo Social y Deporte. Serán dos subsecretarías diferenciadas dirigidas también por sus habituales responsables: el primer mestrista del interior provincial y exintendente de Calchín Oeste, Walter Ferreyra, y el profesor de educación física, Daniel Gracco; respectivamente.