
[dc]L[/dc]a economía argentina frenó la creación de empleo privado. Esa es la principal conclusión del almuerzo mensual de la Fundación Mediterránea. En los dos últimos años la generación de nuevos puestos se estancó, situación que coincide con un tipo de cambio atrasado, una reducción en la demanda de Brasil y restricciones en las importaciones de bienes finales e insumos (con su consecuente impacto en la actividad industrial, aunque a algunas ramas les permita “subsistir” en un contexto de altos costos de producción).
El economista Juan Manuel Garzón apuntó que hay pocos elementos para ser optimista a mediano plazo; no hay un escenario de caída fuerte de nivel de actividad pero sí de estancamiento; la caja en dólares adelgazó fuertemente y se deben tomar medidas para frenar el drenaje de divisas. En ese marco repasó la evolución del trabajo formal desde 2001, que tuvo su pico con la presidencia de Néstor Kirchner, pero después el resultado siempre es “pobre”. Planteó qué pasaría, por ejemplo, con los empleos generados en Tierra del Fuego o en la industria textil si no hubiera restricción a las importaciones. En el primer caso, los precios de los productos son el doble que en Chile y entre el 20 y el 60 por ciento más que en el resto de los países vecinos. “Si se abriera el ingreso, los trabajos fueguinos desaparecerían”, comentó Garzón. En lo referente al sector textil, la situación sería similar. “No hay destrucción de empleo industrial por este esquema; sino sería imposible para algunas ramas producir con los actuales costos, que son muy elevados”, agregó.
Garzón también analizó la relación entre ingresos y egresos de divisas. El sector energético, por caso, perdió US$ 9 mil millones en cuatro años: “Esta es una salida que no se puede frenar como podría hacerse –y probablemente se haga- con los egresos por turismo o compras en China”. Respecto de la “máquina de hacer dólares” (el campo) la previsión es que el precio de la soja en 2014 cotice en un promedio de US$454, entre 10 y 14 por ciento menos que este año. El esquema, por supuesto, generaría un ajuste importante en los niveles de rentabilidad, ubicándolos entre los más bajos de la última década, comprometiendo la actividad especialmente en los campos arrendados (porque los alquileres se resisten a la baja).
En lo que hace a la industria, los estudios marcan que la situación promedio engaña. En el caso de Córdoba, a las terminales automotrices les va bien; alimentos mejoró levemente y el sector metalmecánico afronta serios inconvenientes. La dificultad para competir por la presión de costos es cada vez mayor (por caso, los salarios en dólares en 12 años subieron entre 80 y 120 por ciento; el hecho de que Brasil también registrara una mejora permite seguir exportando). Un problema agregado es la caída de la demanda brasileña. En el inicio de la década, las importaciones del país crecían al 10% anual, pero el escenario cambió en los últimos dos años, cuando la nación crece menos y el real dejó de apreciarse. Hoy las importaciones evolucionan a la mitad de la tasa que a inicios del 2000.
Emilio Etchegorry, presidente de la Cámara de Metalúrgicos, se sumó al análisis con una visión muy crítica: “El panorama es muy complicado; hay caída de rentabilidad, del nivel de actividad y del empleo. Hay una destrucción de ganas permanente; para llevar una empresa adelante hay que deambular los pasillos de Comercio para conseguir protección y, si se logra, se está tirando el futuro de la compañía por la borda. Así no se camina y esto repercute muy fuerte en inversión y en empleo”.
Garzón puso la lupa sobre el nivel de actividad en la construcción. En los primeros nueve meses del año, el sector creció 4,5%. En Córdoba hay una recuperación –por caso- en la venta de cemento, pero se está volviendo a los niveles de 2011. Las ventas de inmuebles siguen frenadas, les cuesta mucho mejorar. El economista planteó que el ProCrear podrá mejorar algo el rubro: hay unas 300 mil familias alcanzadas por los créditos (la mayoría para construir); de los préstamos otorgados (50 mil) Córdoba está por encima de la media regional. El cálculo es que 10 mil líneas equivalen a unos 2.500, 3 mil millones de pesos, cifra que permite construir entre 530 mil y 640 mil metros cuadrados (lo que equivale al 70/85 por ciento de los metros de construcción autorizados en la Capital Federal en un año).
El titular de la Ceduc, Enrique Maluf, subrayó que en Córdoba un costo extra creciente es llevar los servicios urbanos a las urbanizaciones: en los últimos años pasó de equivaler el 5 al 15 del valor de un departamento. También insistió en la elevada presión impositiva que sufre el sector. “De no haber correcciones, en el 2014 el crecimiento será muy pobre. Hay potencial de desarrollo, pero hace falta un cambio en la política económica”.
En el consumo, el comportamiento por sector fue muy dispar este año. La imposibilidad de comprar dólares implicó un alza en las ventas de bienes durables. Los salarios crecen al ritmo de la inflación y aunque se perciben más problemas en el mercado laboral, no hay percepción de que vaya a haber crisis. La mitad de los comerciantes cordobeses entiende que la actividad está amesetada; reclaman por el alto nivel de Ingresos Brutos y de la tasa de Comercio e Industria, que empujan la competencia desleal y la evasión.
Oportunidad perdida
El presidente de la Fundación Mediterránea, Martín Amengual, insistió en que las últimas campañas electorales fueron otra oportunidad perdida ya que –a su entender- Argentina tiene problemas que “no se corresponde con su condición” y que en las previas a los comicios “no se trataron. La clase política debe instalar esos aspectos algún día en su agenda. El 2015 es una nueva instancia para intentarlo”.