Por Yanina Passero
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[dc]D[/dc]os observaciones del nuevo paro que protagonizaron los choferes durante toda la jornada de ayer. La primera: cada vez se hace más evidente que el gremio encabezado por Alfredo “Cuchillo” Peñaloza tiene tantas cabezas como la mitológica Hidra de Lerna. Sus cabecillas proliferan por más intento de contención que ensaye el secretario general de la UTA y sus aliados. Son los propios trabajadores quienes desautorizan la representatividad que legaron a través del voto directo, incluyendo sin distinción a todo el abanico del organigrama sindical, desde el cuerpo de delegados hacia la cúspide.
La consecuencia puede plantearse didácticamente en una pregunta. ¿Cómo puede llevarse a cabo una negociación sin interlocutores válidos? Cae de maduro que no se llegará a ninguna resolución si la mesa de discusión debe tener tantas sillas como empleados haya en la nómina. Lo cierto es que no circularon hasta la medianoche los corredores que cubría la exempresa estatal de transporte, ahora explotada por la UTE compuesta por Ersa y Autobuses Santa Fe. Por tercera vez en menos de dos meses, los choferes resintieron totalmente el servicio argumentando “problemas de liquidación de salarios”.
Segunda observación: todos los paros pueden explicarse. Alguna razón se encontrará, independientemente de los argumentos que, con seguridad, aparecerán como insuficientes para los vecinos, sobre todo para los de bajos recursos. Esta consideración, necesariamente atañe a la administración municipal, en su calidad de poder concedente del servicio, y al gremio de los choferes.
Explicación 1
Como se dijo, la UTA (o los choferes) explicó a los vecinos su medida de acción directa afirmando que la empresa Ersa no liquidó correctamente los haberes. Posiblemente, el motivo de enojo de los choferes tuvo asidero en la primera liquidación salarial a cargo de Ersa. Las autoridades de las empresas y el intendente Ramón Mestre admitieron desajustes en ese momento, que prometieron corregir con la intervención del Ministerio de Trabajo de la Provincia.
No obstante, con motivo del pago del adelanto de octubre pararon nuevamente por 60 horas utilizando el mismo recurso explicativo que, por inverosímil, no podían sostener siquiera los referentes sindicales. La trascendencia del conflicto fue mayor no sólo por la paralización del servicio, sino porque coincidió con el cierre de campaña por las elecciones legislativas.
Ayer salió a la cancha el “deportivo UTA”. Si la explicación de los paros por problemas de liquidación había mostrado sus deficiencias, la medida de fuerza lanzada en la mañana fue totalmente injustificada. ¿Entrenamiento sindical? A falta de palabras, acudieron a la fuerza bruta con periodistas que cubrían la protesta.
El secretario de Transporte, Juan Pablo Díaz Cardeilhac, informó que antes de que se realizaran los depósitos en la tarde del martes todas las partes revisaron los ítems que componen el salario. La aprobación fue unánime. No se explica entonces la tenacidad de los paros “apadrinados” por la conducción de la UTA (se dijo “apadrinados” y no “liderados”, porque ha quedado en evidencia que ya no detenta la administración del poder de presión).
Igual, la reducción del problema a una interna gremial por parte de la Municipalidad no es suficiente.
Explicación 2
La gestión del Palacio 6 de Julio recurrió a dos explicaciones para justificar el mismo problema. En la víspera de las elecciones se habló de “intencionalidad política”. Razonamiento sencillo: la UTA de estirpe peronista atacaba el pilar de campaña de Mestre representado por 200 unidades cero kilómetro. Y por si quedaba alguna duda de hacia dónde estaban dirigidas las sospechas, el intendente lanzó un extenso spot publicitario acusando a la Provincia de no intervenir con premura en la solución del conflicto como lo hizo con el gremio Aoita. Un sainete más de los cruces que se sucederían entre gobernador e intendente.
Pasadas las elecciones el argumento quedó en desuso. Ahora, el paro se explica por la fuerte interna en UTA, a pesar de que la empresa Ersa habría reconocido anoche una deuda de menos de un millón de pesos, según delegados, no comunicada formalmente por la firma. Nadie niega roces puertas adentro del sindicato. Es más, la carrera por la sucesión de Peñaloza en 2014 se agudizó por el proceso de licitación del sistema y la estatización de Tamse.
Impacto
En esta intensión hermenéutica del mestrismo no se está prestando la debida atención al impacto que está registrando la premisa máxima de trabajo, surgida de un diagnóstico, del responsable del Palacio 6 de Julio y su equipo: “ordenar es el camino”. En dos años de gestión, no se ha logrado recomponer el principio de autoridad que supone la máxima que debería alcanzar no sólo al poder político sino también al poder sindical. El Suoem mantiene su cuota de coacción intacta. Rubén Daniele acepta las reglas dialoguistas del “New Deal”, siempre y cuando no achiquen los intereses de los afiliados y el sindicato.
Tampoco habría ocurrido lo mismo en la actividad de extensión que implica la UTA, pese a la disolución del principal bastión del gremio de los choferes y su traspaso a manos privadas.
El caos que evidencia la ex-Tamse muestra que, además de consignas bonitas, se requiere de determinación y autoridad para lograr resultados.