Mestre habló del narcotráfico y complica el vínculo “simbiótico” con Provincia

[dc]E[/dc]l episodio legal, político y mediático que significó la supuesta vinculación de la Policía de la Provincia con el narcotráfico comienza a destilar las primeras consecuencias importantes para el Pacto del Panal.
La constante cooperación mutua entre el aparente jefe de la Unión Cívica Radical, Ramón Mestre, y el patrón del Partido Justicialista local, José De la Sota, tiene un impasse. La relación pasa por el peor momento.
Muchas cosas se mezclan. El resultado de las Paso, la bajada en capital del justicialismo y el asunto de la droga, ahora, también.
El intendente debía expresarse ante la hecatombe política del momento porque ya no podía seguir con las gambetas ocupando el rol que ocupa. Ayer sus palabras fueron contundentes. Tanto, que en Casa de Gobierno, o lo que es lo mismo, en el PJ, se molestaron de sobremanera y ya planean “represalias”.
Dijo el radical: “Estoy muy preocupado y pido como ciudadano que el Gobierno provincial informe y esclarezca rápidamente de la situación. Es necesario “tener confianza en la Policía pero la Provincia tiene que hacer una acción más fuerte con el tema del combate de la droga”.
Mestre hizo estas tales declaraciones después de poner en funciones a los nuevos miembros del Tribunales de Faltas, que ingresaron por concurso (dicho sea de paso, es probable que esos sean los único seres humanos en la comuna que ingresen por concurso en esta administración).
Inmediatamente sonaron los teléfonos entre los principales ministros y las principales autoridades formales e informales de peronismo cordobés comentando con irá la alocución del jefe comunal, al que “los compañeros” consideran como uno de los más peronistas entre los radicales.
Y llegó la cuestión bien arriba en el edificio que está al frente de Río Suquía. Como consecuencia, la primera reacción fue llenar de afiches la ciudad -más aun- con la publicidad oficial que indica “Provincia ilumina la ciudad”.
Esto significa que el peronismo irá con todo en la capital, donde concentra buena parte de su poder el intendente radical. “Ya no habrá reparos”, dijo un encumbrado ministro a Alfil. “Bajaremos con todo lo que podamos en capital para ganarle al radicalismo y se empezarán a sentir los ´no´cuando vengan a pedirnos dinero y ayuda”, continuó.
Se concibe en el Panal que el asunto de la droga le está haciendo daño a la imagen del gobernador y al peronismo entero. Por eso el hecho de que Mestre haya hablado al respecto -y de esa manera- no le es tolerable al séquito del jefe gubernamental. Menos en medio de la campaña.

La bronca radical
Las palabras de Mestre deben entenderse como respuesta obligada a semejantes hechos (la vinculación de la policía con el narcotráfico), pero también como reacción a un malestar preexistente con el delasotismo, del cual el propio viceintendente, Marcelo Cossar había dejado clara referencia el viernes pasado en un evento de la Fundación Mediterránea.
“Queremos que las cosas cambien y mejoren en la ciudad y lo estamos haciendo. Pero también queremos que cambien en la provincia. Lo decimos sin soberbia, no necesitamos que nadie le ponga brillo a la ciudad. Necesitamos que cada uno haga lo que tiene que hacer”, había expresado.
Con saña, el peronismo viene inaugurando sistemáticamente obras que le corresponden a la Municipalidad, como por ejemplo tramos de iluminación. También hace campaña con arreglo de escuelas y reparaciones en múltiples centros vecinales, como el martes pasado en el barrio Ramón Cárcano de la seccional 12. En muchas ocasiones se muestra al candidato a diputado de Unión por Córdoba, Juan Schiaretti, junto al gobernador. Es clara la definición política en ese sentido.
El mestrismo lo percibió y tiene claro que electoralmente en el interior el PJ es fuerte (lo demuestran varias elecciones provinciales) y que es justamente el electorado de capital el botín a cuidar para alimentar su ilusión provincial en 2015.