Secundarios ponen en apuros a la universitaria Scotto

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Candidatos conversan con alumnos del colegio secundario León III.
El debate en el León XIII puede haber sido un pequeño laboratorio para que los asesores de la candidata K pergeñen respuestas a preguntas inevitables, más filosas incluso que las del lunes y con grandes audiencias.

[dc]P[/dc]endientes de los debates electorales en grandes escenarios y medios masivos, muchos se pierden inexorablemente otros más chicos, pero de contenidos ciertos y vivaces, y sin los habituales “sacrificios” escénicos de los candidatos a las cámaras y las transmisiones por TV.
El lunes, por ejemplo, un grupo de cuatro candidatos concurrió al Colegio León XIII, en Villa Rivera Indarte, a instancias del Centro de Estudiantes del establecimiento, para exponer y responder preguntas de los alumnos, además de las dirigidas por sus propios pares. Estuvieron allí Carolina Scotto (FpV), Olga Riutort (Vecinalismo Independiente), Liliana Olivero (FIT), Guillermo Campra (Pro) y Brenda Austin (UCR).
La que más complicaciones enfrentó fue la ex rectora, generándose la oportunidad de ver cómo secundarios ponían en apuros a una catedrática universitaria. Su condición kirchnerista ya la complica en la realidad política de su distrito, pero a esto se agregó la frescura y dirección de las preguntas de los chicos y la incómoda presencia de Austin, hoy quinta en la lista de candidatos de la UCR pero con mucha actuación en la Franja Morada, el brazo universitario del radicalismo.
En su intervención, Scotto defendió el modelo “nacional y popular” con que el kirchnerismo se autodefine, reivindicó la Ley de Educación sancionada por el gobierno nacional y dio cifras para rescatar la gestión educativa del kirchnerismo.
Adecuándose al público, centró su intervención en el avance que implicó el voto joven (otra iniciativa del gobierno nacional), refutando a quienes sostenían durante el debate de la ley que para poder votar, primero había que resolver problemas educativos, laborales y de marginalidad.
Fue ahí que los pibes del colegio, casi cándidamente, metieron el dedo en el enchufe y le pidieron su opinión sobre el Indec y sus números. Y Scotto dijo palabras que difícilmente diría frente a cámaras de televisión y grandes auditorios: defendió al organismo copado hace años por Guillermo Moreno para hacer una réplica estadística del relato K. Casi como Cristina de Kirchner, cargó sobre otras estadísticas que nadie cuestionaba, señalando que todos los diarios habían levantado el descenso de la desocupación. De paso, pasó factura al gobierno provincial (que no tuvo abogados en el debate) al puntualizar que en Córdoba la desocupación estaba por encima de la media nacional.
Luego se abrió el contrapunto más interesante de la reunión entre Scotto y Austin, que incomodó mucho a la ex rectora y del que seguramente sacarán apuntes sus asesores para los debates en auditorios más grandes que se avecinan y para que la catedrática no deba enfrentar problemas de retención de votos en las legislativas del 27 de octubre, como algunos vaticinan.
Presidente de la FUC y consiliaria en tiempos que Scotto era rectora, Austin conoce las debilidades de la candidata del FpV. Sin salirse de un repertorio al que la obligaba el auditorio (adolescentes), se centró sus palabras en educación, precarización laboral del los jóvenes y sanción de una ley de juventudes.
En la “década ganada” del relato kirchnerista, de cada diez niños empiezan la primaria, siete no terminan la secundaria, dijo Austin, para asegurar que la desigualdad educativa era la gran deuda pendiente de estos diez últimos años.
Pero la gran oportunidad para Austin llegó cuando los chicos preguntaron sobre qué quería decir la propuesta radical de campaña con eso de “poner un límite”. Un regalo casi para pegarle al gobierno. Habló sin tapujos que no era otra cosa que limitar el autoritarismo y la soberbia; los dobles discursos, como el de embanderarse como defensores de los derechos humanos y poner al general César Milani al frente de las Fuerzas Armadas, o de declamar la soberanía energética al nacionalizar YPF y posteriormente acordar con Chevron; de decir que se come con $ 3 cuando un pebete en la escuela es más caro. El remate vino cuando la candidata radical le preguntó a la ex rectora si sus estadísticas educativas también eran del Indec, motivando gestos de indisimulable fastidios de Scotto.
El debate en el León XIII puede haber sido un pequeño laboratorio para que los asesores de la candidata K pergeñen respuestas a preguntas inevitables, más filosas incluso que las del lunes y con grandes audiencias.