Donde yace el amor

Por J.C. Maraddón
jcmaraddon@diarioalfil.com.ar

2013-04-11CONTRATAPA (1)[dc]A[/dc]unque la ópera rock “Evita” ya haya sido objeto de análisis en esta columna, bien vale la pena reflotar sus implicancias cuando se anuncia el inminente estreno en Broadway de una comedia musical basada en la vida de otra primera dama. Porque, más allá de las infinitas diferencias que se podrían verificar entre el expresidente argentino Juan Domingo Perón y el exdictador filipino Ferdinando Marcos, que en Estados Unidos resuman en canciones la biografía de la esposa de este último, nos remite directamente al espectáculo que procuró retratar a la segunda mujer del líder justicialista.
Los mentores de la idea son dos artistas con una extensísima trayectoria y de un currículum intachable en el que se conjugan el buen gusto y el talento compositivo. Uno de ellos es David Byrne, fundador de la banda Talking Heads, que conmovió las estructuras rockeras durante las décadas del setenta y ochenta. Y el otro es Fatboy Slim, quien bajo su nombre auténtico (Norman Cook) formaba parte hace unos 25 años del grupo Housemartins, aunque ya entrados los noventa optó por darse un baño de electrónica y calificar como DJ.
Siete años atrás, ellos concibieron el proyecto de musicalizar el recorrido vital de Imelda Marcos, una controvertida mujer que -durante 21 años- mientras su esposo construía un aparato represivo para perpetuarse en la presidencia, apareció como un factor de poder a la par de Ferdinando. Esto fue tan así, que en medios occidentales comenzó a hablarse de una “dictadura conyugal” anticomunista, respaldada (¡qué raro!)por los Estados Unidos.
“Mariposa de hierro”, fue el calificativo que obtuvo a partir de su permanente participación en acciones de gobierno, en una carrera política que sigue en pie, a pesar de sus actuales 84 años de edad. Desde 2010, ella participa como Miembro de la Cámara de Representantes en el Congreso Filipino, por el distrito de Ilocos Norte, la última de una extensa lista de funciones que ha desempeñado a lo largo de casi 50 años.
Tanto sus extravagancias como el exotismo de la ambientación filipina para su historia, seguramente despertaron la curiosidad de los creadores de la obra conceptual que vio la luz bajo el formato de CD hace tres años. De hecho, Byrne extrajo el título de una frase de la propia Imelda; cuando le preguntaron cuál sería el mejor epitafio para su tumba, ella respondió: “Aquí yace el amor”.
Tomando de aquí y de allá otras citas de las declaraciones de la esposa del dictador asiático, el excantante de Talking Heads construyó una historia en la que la frivolidad y el despotismo se dan la mano. “A ella le gustaba ir a Studio 54. Convirtió al piso superior del palacio presidencial de Manila en una discoteca”, relató David Byrne a la prensa a propósito de Imelda Marcos. Y reflexionó: “Quizá haya una conexión entre la euforia que se siente en un club de baile y la que se siente al ejercer el poder”.
No pocos agravios ha merecido en Filipinas esta iniciativa musical referida a una connacional que de ninguna manera ha despertado pasiones unánimes en su país. Los detractores de Imelda Marcos acusan a “Here Lies Love” de glorificarla al subrayar su trascendencia política, mientras que sus seguidores se quejan de que la obra la pone en ridículo al resaltar su inclinación por el lujo desmedido.
Probablemente, al igual que ocurrió en su momento con la figura de Eva Perón, se trate de un fenómeno poco comprensible para las sociedades de los países centrales y quizá en eso consista el principal atractivo de la historia. Una mujer poderosa en un país lejano, con pose de actriz hollywoodense y acceso a los ambientes del jet-set.
Pero la vida de Evita tuvo un final trágico y gran parte del efecto lacrimógeno de la ópera rock anida en este aspecto nada desdeñable del relato. De hecho, el tema más conocido de ese espectáculo se llama “No llores por mí, Argentina” e intenta reflejar el sentimiento de la protagonista en su lecho de muerte.
Imelda Marcos, en cambio, fue despojada de su glamorosa corona por otra mujer, Corazón Aquino, cabeza de la oposición a Ferdinando Marcos y presidenta de Filipinas de 1986 a 19892. Un detalle que no detuvo el impulso de David Byrne para llevar su obra a escena, a pesar de que lo privó de un epílogo a toda orquesta.