Por Gabriela Origlia
[dc]E[/dc]l Gobierno decidió –sin consultas previas con referentes del sector- el congelamiento de los precios de los combustibles por seis meses. Una medida más de las que viene tomando para llegar a las elecciones con los precios contenidos. La línea es siempre la misma, atacar los síntomas pero no la causa de la enfermedad. De esta resolución la principal y primera víctima es YPF, la misma compañía que se reestatizó con el objetivo de devolverle al país, no sólo el autoabastecimiento en combustibles, sino de volver a exportar.
¿Por qué es la víctima? YPF es el principal actor del mercado, vende el 58% del gasoil que se comercializa en el país, el 57% de las naftas Premium y el 53% de las súper. Para poder cumplir con esas cuotas importa. Incluso este lunes anunció que iba a aumentar sus compras al exterior hasta tanto la refinería de Ensenada –afectada por un incendio- pudiera recuperar su ritmo de producción. Los precios que paga son más altos de aquellos a los que vende. Con este nuevo cepo la autonomía de gestión y la reconstrucción de la empresa queda limitada.
Sin posibilidad de financiamiento externo y sin haber cerrado acuerdos con socios estratégicos de peso, YPF depende de la ecuación interna de costos-precios para avanzar en sus planes de inversión. Por ejemplo, para explotar Vaca Muerta –cuyos recursos equivalen a más de 500 años de reservas respecto al consumo energético actual de Argentina- hace falta una mega inversión de unos US$ 30 mil millones impensable de lograr sólo en base a la colocación de deuda en el mercado doméstico.
Además de los estacioneros, que se dijeron “sorprendidos” por el congelamiento anunciado por el Gobierno, debe estar en la misma mesa el presidente de YPF, Miguel Galuccio quien hace 40 días dijo que los precios de los combustibles iban a seguir aumentando “de acuerdo con las necesidades de la compañía y de la industria”. La resolución que lleva la firma de Guillermo Moreno lo dejó pintado al ejecutivo de la petrolera.
Especialistas como el ex secretario de Energía de la Nación, Alieto Guadagni, afirman que el congelamiento puede funcionar en países que exportan combustibles. En el caso de Argentina, en 2003 vendía afuera un millón de toneladas de gasoil, hoy importa cinco millones. Frente a esa realidad, el ex funcionario proyecta que en las próximas semanas podrían empezar a llegar camiones de los países limítrofes para comprar combustibles baratos en la Argentina. Hace unos meses fue el Ministerio de Planificación el que difundió un informe destacando que Argentina tiene los combustibles más baratos de la región.
El año pasado, Argentina importó combustibles por US$ 9.500 millones. El déficit energético este año podría alcanzar el récord de US$ 4.500 millones, según estimaciones de Abeceb.com, en un contexto en el que el Gobierno cuida cada dólar al extremo de prohibir la compra de divisas para atesoramiento y restringir el giro de dividendos. Las compras de energía fueron el único rubro que sortearon las trabas a las importaciones con las que el Gobierno se aseguró el ingreso de dólares.
Desde el máximo de 1998, la extracción de petróleo en Argentina empezó a declinar paulatinamente ante pozos que maduran y no se reponen. Como consecuencia, no sólo se dejó de exportar crudo en 2007, sino que empezó a importar directamente derivados para poder abastecer la demanda interna que opera al límite desde hace décadas.
Una más
El congelamiento de los precios de los combustibles completa un círculo iniciado con los supermercados y autoservicios –que se corona con la emisión de la SúperCard, cuya administración queda en manos del Hipotecario-, las cadenas de electrodomésticos y que incluye la decisión de los bancos nacionales de poner un tope del 30% a las tasas que cobran para refinanciar los saldos de las tarjetas de crédito. Desde el Central, incluso, se plantea avanzar en otras regulaciones, como son las tasas de los préstamos personales.
Aunque ningún funcionario reconoce preocupación por la inflación y las mediciones del Indec avanzan hacia el 9 ó 10 por ciento anual, todos estos “acuerdos” apuntan a llegar a las elecciones sin mayores sobresaltos. El problema no está pero –por las dudas- se siguen aplicando medicinas.
Estaciones en riesgo
Para los expendedores de naftas la resolución implica una presión extra sobre su rentabilidad, que viene cayendo hace tiempo. Además, llega en paralelo al reclamo salarial del sector de una recomposición del 40%. La cuenta, claramente, no da. La consecuencia puede ser que algunos jugadores dejen la cancha.